2025: El año de la colaboración (o lo que debería ser)
Es una contradicción que el Gobierno llame Mesa para la Construcción de la Paz a la reunión matutina en la que están los responsables de la administración del uso institucional de la violencia
Es una contradicción que el Gobierno llame Mesa para la Construcción de la Paz a la reunión matutina en la que están los responsables de la administración del uso institucional de la violencia.
Diariamente se reúnen los representantes del Ejército Mexicano, la Marina Armada de México, Guardia Nacional, del Centro Nacional de Inteligencia, de la Fiscalía General de la República, Fiscalía General del Estado, Instituto Estatal de Protección Civil y Ayuntamiento de Culiacán.
Es de suponerse que revisan datos de incidencia delictiva, estrategias y tácticas territoriales que implican armas y patrullas y objetivos puntuales para contener el delito. Esto es, en estricto sentido, una mesa de seguridad pública, o ciudadana como llaman ahora.
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Más que semántica, esto refleja la concepción tradicional y reduccionista que se tiene de la paz en las administraciones gubernamentales de todos los partidos políticos. La contención del delito abona, pero por sí sola no construye paz.
Para ello, se requiere la colaboración con la sociedad civil organizada, un enfoque sistémico y método de trabajo.
Si queremos prosperar tenemos que aprender a colaborar. Y qué mejor tiempo para iniciar que el nuevo año que está por nacer.
Cualquier cosa que hagamos de manera aislada no se sostendrá en el tiempo.
El aislamiento gubernamental
Por muy sofisticados que seamos hoy (para algunas cosas) seguimos perteneciendo a una especie. El homo sapiens sobrevivió por su capacidad de establecer redes de colaboración. Así se hizo más capaz para adaptarse y superar los cambios.
Por el otro lado, estaban los primos neandertales, cuya extinción está asociada con una vida aislada. Descubrimientos recientes revelan que vivían en pequeños grupos y no se relacionaban con otros, de manera que este largo aislamiento genético y social los habría llevado a la extinción.
En la era moderna y contemporánea sobrevivimos gracias a las redes que conformamos en la sociedad. Está en nuestro ADN. Creamos cámaras empresariales, sindicatos, asociaciones, universidades, empresas. Hacemos congresos, tenemos contactos, recurrimos a la familia y amigos en tiempos de necesidad.
Las ciudades son resultados de esas redes sociales que creamos para sobrevivir.
Si bien esta mesa del Gobierno en la que participan los responsables de la seguridad es una red en sí misma, el enfoque que guía su trabajo es parcial con relación a la construcción de paz, ya que esta tarea requiere de una red de redes.
Así como los ladrillos no conforman un edificio, el uso institucional de la violencia no construye paz.
Paz para prosperar
Johan Galtung, llamado el padre de la investigación académica sobre la paz y los conflictos, identificó tres tipos de violencia: directa, estructural y cultural.
Las autoridades policiales fueron creadas para atender la violencia directa, es decir, aquella que se materializa en un daño a una persona, colectivo, e incluso a la misma naturaleza. Luego entonces, nuestro reclamo cortoplacista es que no haya violencia… directa. Demandamos ataque frontal a los delincuentes y si se logra el propósito, creemos que llegó la paz.
Al estar en la lógica del gato y el ratón confundimos paz con ausencia de violencia. Sin embargo, toda persona que delinque emana de nuestras estructuras sociales.
Ignoramos por dogma, tradición o desconocimiento que la violencia directa es la manifestación visible o punta del iceberg de otra que la sostiene: la violencia estructural.
Esta se origina, explica Amnistía Internacional siguiendo a Galtung, por todo un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que impiden la satisfacción de las necesidades de las personas. Esta es la peor de las tres violencias porque es el origen, es la más dañina y como es complicado identificarla es difícil luchar contra ella, asevera el organismo internacional.
“Podemos decir que hay violencia estructural cuando hay situaciones en las que se produce un daño en la satisfacción de las necesidades humanas básicas (supervivencia, bienestar, identidad o libertad) como resultado de las desigualdades sociales, económicas, étnicas, de género, nacionalidad, etcétera”.
“Es un tipo de violencia indirecta, por ejemplo, las acciones que provocan hambre en algún entorno, supresión o usurpación de recursos naturales de un pueblo, son acciones que no tienen un emisor concreto, puede decirse que esta violencia es la suma total de todos los choques incrustados en las estructuras sociales y mundiales, solidificados de tal forma que sus resultados son inalterables”.
Por ello, una mesa de construcción de paz debe ser una red integral entre dependencias de gobierno y sociedad civil organizada, pues requiere no sólo identificar y neutralizar la violencia directa, sino también debe reconocer aquello que la alimenta desde las estructuras sociales.
La receta es que no hay receta
Mucho se ha dicho en estos 100 días de crisis violenta en Sinaloa, pero una sola cosa ha quedado clara: no tenemos ni idea por dónde empezar a resolver el problema.
Cada uno tiene su opinión o defiende su razón como si fuera la verdad última, y entre medio aparecen las filias y fobias.
Una actitud socrática, que con humildad se reconozca que no sabemos, permitiría que el Gobierno sume a la sociedad civil organizada, plural, incluyendo a quienes piensan distinto ideológicamente, para crear una red integral de colaboración para una auténtica construcción de paz.
El mismo concepto lo dice. Construir implica poner ladrillo a ladrillo hasta terminar la obra, que en la aspiración ideal sería vivir en una cultura de paz.
Sí es necesaria la operación policial, las estrategias militares y la violencia institucional. La ocasión lo amerita. Pero sus resultados no se sostendrán ni en el mediano plazo si no trabajamos a nivel estructural con imaginación, innovación, ciencia y método.
El mismo concepto de tejido social lleva implícita la idea de nodos y vínculos. El gobierno teje un punto y la sociedad civil organizada, otro. Y así vamos corrigiendo el camino.
Somos humanos, prosperamos en red, o no prosperamos. 300 mil años del homo sapiens en la Tierra lo confirman.