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Ahí viene el coco. Aprendamos del pasado para enfrentar el coronavirus

Hace alrededor de 450 años en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como Ciudad de México había una preocupación por encima de todas: el cocoliztli.

27 marzo, 2020
Ahí viene el coco. Aprendamos del pasado para enfrentar el coronavirus
Ahí viene el coco. Aprendamos del pasado para enfrentar el coronavirus

Columna: “Reflexiones de un aspirante a buen vecino” por Miguel Calderón

Hace alrededor de 450 años en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como Ciudad de México había una preocupación por encima de todas: el cocoliztli. Esta palabra náhuatl tiene asociación con enfermedad y mal que agobia al ser humano. De este padecimiento sólo se salvaban “los bien cubiertos, y bien alimentados, y aquellos que vivían en las tierras cálidas”. De ahí surgió la expresión de miedo, ¿ahí viene el coco!. Aprendamos del pasado para enfrentar el coronavirus.

Los síntomas más comunes que se registraron fueron dolores de cabeza, fiebres altas, diarrea, boca seca, orina obscura, que concluía con la muerte al cabo de seis días en promedio. Su impacto negativo fue tremendo entre la población joven alcanzando cifras de millones de fallecidos por su causa. Un estudio muy reciente publicado en la revista Nature Ecology and Evolution reveló que la causa del cocoliztli estuvo ligada a la bacteria Salmonella.

enfrentar el coronavirus

La comparación de una situación con otra, refiriéndonos a la crisis del coronavirus y a la del cocoliztli, a lo largo del tiempo tiene riesgo de ser inexacta. Sin embargo, puede ser esta analogía útil para valorar las ventajas de factores que antes no estaban presentes: sistemas de salud consolidados y el flujo veloz de la información para prevenir. Después de casi medio siglo de que estas dificultades entraran a escena en el México de 1576, vale preguntar qué podemos aprender de lo que sucedió para aplicarlo a nuestros tiempos actuales.

¿Qué tenemos hoy qué no teníamos antes? Más médicos, camas de hospital y hospitales. México tiene en 2020, un promedio de 2.25 médicos por cada mil habitantes, cifra mayor que en China que tiene 1.79 por el mismo número de habitantes, además de 1.5 camas de hospital por cada mil mexicanos.

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Seguramente en el siglo XVI, los protocolos médicos eran más rudimentarios. Estamos ahora siendo testigos de un gran despliegue que encabeza la Organización Mundial de la Salud y que los gobiernos de los países replican. ¿Cuánto tiempo tendrán que permanecer estas medidas? Posiblemente hasta que la propagación del virus concluya.

En el caso del cocoliztli fue aproximadamente 2 años (de 1576 a 1578), que dejaron mermados los hábitos económicos y sociales del México colonial. Otra diferencia de estos dos Méxicos es el comportamiento social. Hoy sin duda tenemos una ciudadanía mucho más informada y con hábitos mucho más civilizados.

La cobertura educativa, las redes sociales y los medios tradicionales nos hacen más conscientes de los riesgos sanitarios y de cómo prevenirlos. El verdadero “coco” de este tipo de epidemias está en la falta de higiene y en el contacto social físico sin precauciones.

Las armas básicas para contratacar estos males están en contar con agua, jabón y aguantarse las ganas de salir de casa por un buen tiempo. Es muy posible que en la época del cocoliztli la disponibilidad de estas herramientas contra epidémicas no estuvieran tan alcance de las manos. Si a esto le agregamos la falta de una atención médica eficiente podremos comprender el número de víctimas en la época de la Nueva España.

La invitación es que en esta crisis actual combinemos nuestras fuerzas para salir adelante lo más rápido posible. ¿Cuáles son estas fuerzas que tenemos y qué hace falta combinarlas? Comer bien para fortalecer nuestro sistema inmunológico personal, atender los hábitos de higiene individual, seguir al pie de la letra las recomendaciones para salir lo menos posible de casa y no difundir noticias que confundan.

Si a todo esto, como en España, le agregamos buenas vibras, aplausos y porras al personal de salud seremos todavía más vecinos ejemplares de Culiacán.

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