Columna Reflexiones de un aspirante a buen vecino. Por Miguel Calderón.

Hay contiendas que se ganan fácil, pero no los campeonatos para la vida. Dijo Confusio hace más de 2,500 años: “nuestra mayor gloria no está en no caer nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos”. Vino a mi mente esta frase del lejano oriente porque entrevisté ayer para mi canal de YouTube a Justino Aguirre.

Justino, desde la década de los noventas, ha sido guía y buen ejemplo para miles de niños y jóvenes a través del entrenamiento del futbol soccer. En ese camino es que ha comprobado que las analogías entre lo que pasa en el terreno de juego y en el campo de vida tienen relación directa. Campeonatos, derrotas, tarjetas rojas, lesiones y fueras de lugar han pasado en su vida familiar y en la deportiva.

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La única hija de Justino falleció poco antes de cumplir los 15 años en un accidente en el interior de su hogar. Poco después Justino se divorció y se hizo cargo de sus otros dos hijos varones a los que ha sacado adelante con gallardía.

“Hay que ponerle corazón a lo que hagamos por más difícil que esté la situación”, me dijo en la grabación de la entrevista. También lo escuché motivar a un grupo de jóvenes de 17 años que están a su cargo para torneos importantes que están por llegar. Así los va preparando en los campeonatos para la vida.

Contrasté todo esto que les comparto con algunos de los datos que arrojó la Encuesta de jóvenes en México 2019 que financió y publicó la Fundación SM. Más del 40% de los jóvenes colocaron como la razón principal por la que dejan de estudiar a la necesidad de trabajar, de contar con un ingreso.

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Más de 90% de los jóvenes entrevistados reportan que si buscan trabajo encuentran. En el ranking de los más importante a lo menos importante, la encuesta ilustra que la familia, la salud, ganar dinero y el trabajo, en ese orden, es lo más relevante para la juventud mexicana.

Estos son los sentimientos y expectativas con los que Justino convive de manera cotidiana en su trabajo. No recuerda el número de campeonatos ganados, pero si trae en su memoria cómo el raciocinio puede ayudar a los muchachos a tomar buenas decisiones en su vida y a eso los invita. Antes, dice, el regaño, la llamada de atención y el chanclazo nos hacía pensar más en las consecuencias de nuestros actos negativos. Hoy ya casi no se piensa en lo que puede pasar si nos portamos mal.

Muchos de los niños de los años noventa que entrenaron con él hoy son profesionistas exitosos y algunos hasta padres de familia. Han regresado con Justino para convivir y para compartir el triunfo profesional y familiar. También le ha compartido que parte de ese éxito se lo deben a él por sus enseñanzas de vida. Han vuelto agradecidos porque se han capacitado para ganar campeonatos para la vida.