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Los plásticos terrestres en el mar, un problemón ambiental (parte 1)

La próxima “tomate esta botella conmigo” procura que sea de vidrio o de aluminio, el líquido que tenga es bronca tuya y si es ambarino que sea con moderación.

18 octubre, 2021
Los plásticos terrestres en el mar, un problemón ambiental (parte 1)
Los plásticos terrestres en el mar, un problemón ambiental (parte 1)

Dr. Xicoténcatl Vega Picos | Letras Sustentables

“Soy marino, vivo errante, cruzo por los siete mares y como soy navegante vivo entre las tempestades”, así da inicio una de las tantas canciones que compuso José Alfredo Jiménez. Probablemente cuando escribió estas letras el problema del plástico no fuera tan grave. Si le cambiamos el “Soy marino” por el “SOY BOTELLA DE PLÁSTICO” y dejamos el resto del párrafo de esta canción, encaja a la perfección con lo que quiero decir y que espero comunicar en todo este embrollo que representa la problemática derivada de este producto, convertido en el compañero inseparable en nuestras vidas.

En los últimos 10 años se produjo más plástico que en todo el siglo pasado, de esos, al menos, la mitad de las botellas de plástico ya se encuentran en el fondo del mar. No me quiero imaginar el cómo se encuentra “Fondo Bikini” de Bob Esponja. Pero es en el “no me quiero imaginar” en donde tenemos el problema. Al no imaginarnos el grave daño que este producto les hace a nuestros ecosistemas, el problema se sigue agravando.

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Es “un mundo raro”, como lo cantó José Alfredo, “si te acuerdas de mí, no me menciones porque vas a sentir amor del bueno”. A ese grado tenemos la simbiosis con este producto. No importa cuál sea el daño que provoque, que la mayoría de nosotros desconocemos, pero de que tenemos “amor del bueno” a un producto nocivo para nuestro entorno sí lo tenemos y el “no me menciones” aplica a lo siguiente: “el plástico es maravilloso porque es duradero, el plástico es terrible porque es duradero”.

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plásticos terrestres

El plástico que todos utilizamos eventualmente llega al mar, es más casi todo el plástico que se ha producido aún se encuentra en nuestro entorno, y de esos se dice que más del 50% se encuentra en el fondo del mar. Cuando nos tomamos una botella de agua en un envase de PET, es casi seguro que su destino final sea el mar, con ella también viajan llantas, mecates, bolsas, líneas o piolas para la pesca.

Como en el “caballo blanco”, una botella de plástico PET que se desecha en cualquier lugar, ya se encontró en las profundidades del océano. Ya en cualquier océano son atrapados por las corrientes oceánicas rotativas, las depositan finalmente en una de las cinco “islas de plástico”.

“Las olas altas, olas grandes, que me arrastran y me alejan, cuando anclemos en “una isla de plástico”, quédense un ratito quietas”. El problema es que las olas altas y grandes, más los rayos de sol, eventualmente las destruyen en pedazos más pequeños, los no tan famosos “microplásticos”, pero si abundantes. En la actualidad se estiman en más de cinco billones las piezas de microplásticos que andan flotando en los “siete mares”. Otro estimado del 2009 nos indica la presencia de más de 3,440 toneladas métricas de microplásticos. Esas pequeñas partículas con diferentes formas llevan adheridas todo tipo de productos químicos que al llegar a las islas de plástico hacen que la vida marina en esas zonas sea prácticamente imposible.

Adicionalmente estos microplásticos son consumidos por larvas, las larvas por pequeños peces, los cuales forman parte de la cadena trófica y eventualmente llegan a aquellos peces que terminan en el sartén para transformarse en un suculento plato (como el primero que hizo la Nelbita a su marido). Los grandes peces tienden a bioacumular todas esas sustancias en la carne que eventualmente consumimos.

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Las islas de plástico se consideran huérfanas, hasta ahora ningún país las ha reclamado, y vaya que son grandes, por ejemplo, la “isla del Pacífico” tiene una superficie casi similar a la de nuestro país, es una mole plástica flotante de más de 80,000 toneladas de plástico. Entonces es un problema de todos. Si, tú, yo, el vecino, la novia, pues son 136 kilogramos anuales en promedio por año los que cada uno de nosotros utilizamos.

Disminuir el consumo de plástico es la solución más viable, exigir a las compañías que producen las botellas y los diversos tipos de plástico que se hagan cargo de esos productos con incentivos económicos u otras medidas que incrementen el paupérrimo porcentaje de reciclado que traemos.

La Secretaría de Desarrollo Sustentable en Sinaloa organizó, en algunos campos pesqueros, los torneos de “pesca de plástico”, este torneo se replicará en Topolobampo, Ahome, organizada por el Grupo Felix, y Gas y Petroquímica de Occidente S.A. de C.V. el próximo día 23 de octubre. Estos esfuerzos suman para solventar una problemática grave que tenemos.

La próxima “tomate esta botella conmigo” procura que sea de vidrio o de aluminio, el líquido que tenga es bronca tuya y si es ambarino que sea con moderación.

Saludos a la Chivis mimosa.

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