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Ana María trajo las danzas autóctonas de Oaxaca a Villa Juárez

De su padre heredó la pasión por la danza de “los diablos” y ahora ella la promueve en la Sindicatura

15 abril, 2020
Ana María trajo las danzas autóctonas de Oaxaca a Villa Juárez
Ana María trajo las danzas autóctonas de Oaxaca a Villa Juárez

De su padre heredó la pasión por la danza de “los diablos” y ahora ella la promueve en la Sindicatura

Ana María Cruz Carrasco es nacida en Villa Juárez, pero sus raíces son Oaxaqueñas. Su madre Luisa Carrasco es de Huajuapan de León, y su padre Antonio Catalino Cruz, de Juxtlahuaca. De niña veía a su padre bailando la danza de “los diablos”, y con ello el correr despavorido de los niños. Ahora con máscaras de madera, un vestuario de piel de chivo y un explosivo látigo, enseña la danza oaxaqueña.

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Sus padres llegaron a Villa Juárez, Navolato, en busca de trabajo en los campos agrícolas. Hace unos 25 años se instalaron en el Campo La Fortuna, años más tarde se cambiaron a la colonia Las Amapas. Antonio Catalino y Luisa Carrasco traían a sus hijos Mario y Rey. Años más tarde nació Ana María, criados conforme a las tradiciones y costumbres de Oaxaca.

danzas autóctonas de Oaxaca

Recuerda Ana María que su padre se organizó con mayordomos de Oaxaca y otras amistades de su pueblo para hacer en Villa Juárez las danzas nativas en fiestas religiosas, en ejidos, en bautizos y ceremoniales con otros grupos indígenas de la región. Sólo cursó segundo de primaria, pero fue un promotor cultural y defensor de los pueblos indígenas.

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Andando en esas fiestas, de pequeña, Ana María sentía un hervor en sus venas por ganas de bailar igual que ellos. Le divertía ver como los niños se horrorizaban cuando “los diablos” los perseguían. Porque los diablos son traviesos, dice con entusiasmo.

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Cuenta Ana María que no pudo bailar hasta que le quedaron los trajes. Tenía 15 años cuando se enfundó un traje original por primera vez. Se puso su pantalón peludo de piel de chivo, la chamarra o “capulina”, y una máscara de madera tallada por artesanos de Oaxaca. Toda una joya por el valor artesanal.

“Los diablos” también usan pantalones de piel de cabra y máscaras de madera con grandes cuernos y caras irónicas. Usan traje sastre de forma elegante, “porque el diablo es engañador”, afirma repitiendo el sincretismo que le contaron.

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Con esas indumentarias regionales bailan La danza de: “los diablos”, la danza de “los rubios”, la huaca Oaxaca, el Jarabe mixteco, flor de piña, jarabe miahuateco, la danza del caporal, sones de cordillera y los jarabes, representativos de la región Mixteca de Oaxaca.

Ahora que trabaja en la Ludoteca, a Ana María le han dado la oportunidad de enseñar las danzas de su tierra a los habitantes de Villa Juárez.

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Ya formó un grupo de danza con mixtecos, con lugareños y personas llegadas de todas partes. Con dedicación les enseña todos los pasos, y ya son invitados a los eventos culturales de la sindicatura, a ceremoniales y a universidades.

Además de enseñarles los pasos, toma tiempo para explicarles el significado de las danzas en el contexto histórico y la forma de la interpretación de la realidad de los pueblos mixtecos. Explica que la danza de “los diablos” es una lucha entre el bien y el mal. Es un diablo que atrae, entretiene, se viste elegante, pero luego azota y hace pasar malos momentos a muchos presentes, principalmente a los niños.

De la danza de “los rubios” dice que tiene que ver con la cría de ganado, de cuando llegaron los españoles a la región mixteca.

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Los personajes y la música se refieren al caporal y los arrieros, “de cuando la gente llevaba las vacas al monte”. Los que no eran indígenas eran los rubios. Su traje es una “Chivarra”, (pantalón peludo de cabra), la “capulina”, una máscara de madera con muecas, un sombrero de cuatro golpes, y una pañoleta. En el mismo contexto se generó la danza de “los arrieros”, enfocada más en el ganado y pastoreo, a lo que se dedica la gente allá. Entre semana, por las tardes, después de su jornada de trabajo, Ana María Carrasco está enseñando con mucho orgullo las danzas autóctonas para despertar el orgullo por la cultura nativa.

Ana María estudió la preparatoria en Villa Juárez, al mismo tiempo era promotora de Conafe en campos agrícolas, y aprendió danza folclórica en el programa de Misiones Culturales.

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Ha dado clases de danza en primarias de Villa Juárez y actualmente dirige el grupo “Ñuu Savi”, (Pueblo de lluvia), y es maestra de otro grupo de danza con tendencia indígena formado por jóvenes y adultos.

Para Ana María Carrasco la danza representa la unidad entre las culturas y etnias. Hace muchos años, su padre ya anciano se regresó a Oaxaca, de él heredó el temple de llevar las danzas a los espectáculos culturales. “Somos piel morena de sangre mixteca, pero con gran orgullo de representar la cultura mexicana”, afirma mientras se prepara para zapatear la danza de “los diablos”.

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Con sus bailes nativos es en Villa Juárez admiración para los pobladores, y entre risas, es el terror de los niños.

Imagen y video: Christian López

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