Las mujeres triquis poseen un sistema propio para contar los hilos, porque los bordados son matemáticos y ariméticos.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Los telares de cintura constituyen una tradición milenaria de las tribus mesoamericanas. Con las migraciones el arte viaja a los pueblos
Con la migración de Oaxaca a los campos agrícolas, Doña María Florencia García y María Porfirio trajeron sus manos para emplearlas en el corte de hortalizas, como miles de migrantes en Villa Juárez. Pero las manos hábiles de ellas no pueden renunciar a su herencia cultural. Con mucha discreción, en el patio de sus casas sacan sus hilos multicolores y sus palillos para estirar desde un horcón los telares que sujetan a su cintura.
Así comienza una obra de arte, que antes ya han dibujado en sus mentes. Dependiendo del tamaño y ancho de la prenda a confeccionar, se sujetan firmes de dos tensores de palo las líneas de hilos. Encima del tendido de hilos se hace un separador compuesto por una vara y una vuelta de hilo por cada hilo tenso. Lo demás es contar y meter una tabla de apertura, meter los hilos, y presionar para formar los diseños.
Son las mujeres de la etnia Triqui venida del estado de Oaxaca. Al paso de los años ya son residentes permanentes en la comunidad de Villa Juárez, Navolato. Aunque ya tienen muchos años en Sinaloa, no pueden renunciar a su legado cultural. Hacer telares les viene por herencia familiar, es un gusto ligado al hecho de ser mujer.
Los Triquis se distribuyen mayormente en el estado de Oaxaca, también los hay en los límites con Guerrero, y muchas regiones de México donde migran en busca de trabajo. Tienen una lengua propia proveniente de las lenguas otomagueanas, y algunas variaciones lingüísticas relacionadas con las lenguas mixtecanas, por eso a veces cuando se reúnen Triquis de distintas regiones no siempre se entienden entre sí.
María Florencia García es originaria del pueblito de Tilapa Copala, en el municipio de Juxtlahuaca, y María Porfirio Martínez es de la comunidad de Ituyozo, ambos del estado de Oaxaca. Se conocieron en las labores del campo, pero al igual que a todas las mujeres triquis les une el gusto por confeccionar su propia ropa.
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El mejor trabajo en los telares que toda mujer Triqui debe hacer, es la confección del huipil, el traje típico femenino en la región, y mejor aún el huipil para la fiesta. También hacen blusas, lienzos para envolver las tortillas, y los morrales que los hombres Triquis usan para las labores del campo y para vestir.
María Florencia García ya es una mujer grande, supera los 80 años, es viuda porque su esposo murió en un accidente en Ensenada junto con otros jornaleros agrícolas. Ahora vive en Villa Juárez, Navolato, amanece cada día pensando en la vida en su pueblo de Oaxaca, pero ya no puede regresar, “porque allá no tengo quien me cuide” dice en su lengua Triqui, porque no aprendió a hablar español.
Ya casi no trabaja en el telar porque tiene problemas para ver. Lo de ella es hacer mariposas en el diseño de tejido. Cuenta con regocijo cómo ese arte se lo enseñó su abuela, y ella se lo ha enseñado a otras mujeres de la familia. Le entusiasma saber que con su plática en Tus Buenas Noticias la verán sus familiares Triquis en todas partes.
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María Porfirio Martínez es tejedora activa, teje todos los días. Antes de empezar sus actividades domésticas, en ratos mientras descansa o por las tardes cuando ya ha terminado sus compromisos tiende su telar y sigue con la prenda. Puede durar una semana o hasta un mes con una sola pieza. Algunos tejidos son para su uso personal, otros los hace de encargo de compañeros Triquis, y en el menor de los casos se los compran (la otra gente, como le llama) como artesanía algunos visitantes de Villa Juárez.
Sus lienzos combinan colores armónicamente escogidos. Algunos sobrios y otros más intensos. Aunque la mayoría de las mujeres Triquis tejedoras no sabe leer y escribir. Aprenden un sistema propio para contar los hilos, porque los bordados son matemáticos y ariméticos. Las figuras no se dibujan en un trazo, se forman sumando, restando y dividiendo los espacios por líneas de hilos que sobresalen o se ocultan.
Villa Juarez es un pueblo privilegiado por recibir a más de 20 grupos indígenas de México. Entre muchas cosas buenas, los Triquis perpetúan la obra de los telares de cintura. Honramos su cultura respetándolos y consumiendo sus productos.
Fotografía y video: Christian López
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