Desesperado Hernán Cortés visitó la Bahía de Altata

La primera expedición que envió Cortés a explorar el Mar del Sur fue el 30 de junio de 1532, apenas iniciando la temporada de lluvias y de huracanes, el peor tiempo para navegar, por causa de un naufragio descubrieron Altata, refiriéndose como el Puerto de Culiacán. Ese año descubrieron Las Californias.

Por: Juan Francisco Sotomayor

No fue un viaje de placer lo que motivó la visita del conquistador, fue la urgencia por comprar comida

Cuando Hernán Cortés visitó la bahía de Altata no lo hizo tratando de descubrir un lugar nuevo, llevaba prisa por encontrar comida para los españoles que había dejado en La Paz (Baja California) y se estaban muriendo de hambre.

La primera expedición que envió Cortés a explorar el Mar del Sur fue el 30 de junio de 1532, apenas iniciando la temporada de lluvias y de huracanes, el peor tiempo para navegar, por causa de un naufragio descubrieron Altata, refiriéndose como el Puerto de Culiacán. Ese año descubrieron Las Californias.

La otra expedición a Las Californias, donde sí fue Hernán Cortés a Altata, partió el 15 de abril de 1935. La narración de José Luis Martínez en su libro “ Hernán Cortés”, refiere que: “el ejército que fue por tierra y las tres naves se encontraron en Chametla (Sur de Sinaloa) y en seguida se organizaron las barcadas para transportar nutrido contingente a la bahía de Santa Cruz” (La Paz).

En el primer viaje que salió dos días más tarde, fue Cortés con la tercera parte del ejército y 40 caballos. Llegaron con bien a Santa Cruz, donde encontraron los despojos de Fortún Jiménez y sus soldados muertos por los indios, y allí se quedaron con el navío más pequeño.

Cortés despachó los otros dos a que continuaran el transporte de la gente y caballos, que habían quedado en Chametla a cargo de Andrés de Tapia.

La segunda barcada se hizo también sin contratiempo, pero en el viaje de regreso las naves tuvieron tantos tropiezos, según el relato que recoge Fernando de Navarrete, “estuvieron (en los ríos de San Pedro y San Pablo) tres o cuatro meses sin poder salir a navegar por la tenacidad de los vientos contrarios”.


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Como en estos navíos venían las provisiones -gran imprevisión no haberlas desembarcado desde la primera vez-, los que esperaban su transporte en Chametla, desesperados y hambrientos, caminaron por la costa al norte hasta cerca de Culiacán para encontrar los navíos y acabaron dispersándose.

Mientras tanto, los de los barcos renunciaron a buscar a quienes los esperaban y navegaron hacia Santa Cruz para llevar víveres a los otros hambrientos que estaban con Cortés.

Con el navío que llegó, probablemente el San Lázaro, Cortés fue a buscar a los otros dos (navíos), con 50 soldados y dos herreros y carpinteros y tres calafates”, añade el cronista.

Encontró al encallado y, en busca del otro, cerca del puerto de Guayabal (Altata) – que parece situarse en las inmediaciones de Culiacán o junto a la desembocadura del Río Mocorito-, se halló una mañana metido entre unos arrecifes y bajos, donde rodeados de reventazón del mar no podía hallar ni salida ni entrada”.

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Cerca estaba el otro navío, del que le enviaron para auxiliarlo su bote y un piloto. Tratando de guiarlo para que saliera, el de Cortés encalló en un bajo peligroso. Cuando los marinos ya se desnudaban para echarse al mar y tratar de salvarse, Cortés los tranquilizó e hizo esperar. Dos golpes de mar pusieron a flote el navío que, aunque estropeado y haciendo agua. Logró llegar al puerto, refiere la relación que trae Fernández de Navarrete.

El cronista López de Gómara cuenta que: “Salieron y sacaron todo lo que dentro iba, y con los cabrestantes de ambas naves la tiraron fuera. Asentaron luego la fragua e hicieron carbón. Trabajaban de noche con hachas y velas de cera, que hay por allí mucha; y así, fue presto remediada”.

Añade que: “en San Miguel, lugar cercano al puerto del Guayabal (Altata), en el que ya había cultivos y ganado, los compró muy caros para llevar alimento a los hambrientos que quedaron en Santa Cruz” (La Paz Baja California).