Muchos nuevos escenarios se empezarán a dibujar en un paisaje confuso, pero con algo que da esperanza; un mundo y una sociedad que será mucho más solidaria.
Por: Juan Pablo Ramirez Zuluaga
Vivimos tiempos complejos para todos. Esta crisis, nos da una lección y nos hace pensar en cambios. Lo cierto es que, el Covid-19, marcará el inicio de un cambio profundo, no sólo a nivel social, sino también económico, empresarial y político. Muchos nuevos escenarios se empezarán a dibujar en un paisaje confuso, pero con algo que da esperanza; un mundo y una sociedad que será mucho más solidaria.
Aquellas empresas que sean más responsables en todos los aspectos, es decir, aquellas que en esta época compleja, ante la incertidumbre, prefieran tener menos ganancias, incluso pérdidas, pero, mantengan a sus empleados, dándoles la posibilidad de dar un sustento a sus familias y mostrándoles con el ejemplo una nueva faceta de lo que es la solidaridad, además de convertirse en una pieza clave para palear el deterioro social que se avecina, serán aquellas que, en el mediano plazo, tendrán una mejor reputación y, por ende, tendrán mejores resultados a nivel de negocio, ya que, sus buenas acciones serán recompensadas por sus clientes.
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Además, no sólo ganarán en este aspecto. Gracias a su buen actuar se convertirán en empresas aspiracionales para una nueva camada de profesionales que viene con un chip muy diferente, más aún después de que les tocó vivir esta crisis, quizás la primera de esta magnitud en la era de mayor hiperinformación, accesibilidad y conectividad.
Veremos, muy seguramente, como los activos intangibles de la corporación, empiezan a ganar aún más valor estratégico para las empresas. Veremos como la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que ha ganado mucha fuerza en los últimos 10 años, termina de confirmar su importancia, pero además, surgirán nuevas visiones para su estudio y análisis.
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Una nueva arista, la solidaridad interna corporativa, será fundamental para todas las empresas que quieran tener estrategias de RSE fuertes. Ya no sólo se tratará de alinear esfuerzos con los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) y de qué tan responsables son las empresas con su entorno, sino de como están preparadas para ayudar y dar seguridad y confianza a su principal activo en situaciones excepcionales: sus colaboradores.
Tendrán mucha ventaja en este sentido aquellas empresas y empresarios que, ante la incertidumbre y adversidad que se vive, hayan tenido una visión mucho más humana, poniendo antes que cualquier interés, el bien social y la necesidad de sus colaboradores. Sabrán cuál es la esencia de una empresa que piense de esta forma y cómo esa visión humanística se convierte en una de sus principales ventajas estratégicas. Serán, en pocas palabras, pioneras en el nuevo escenario que nos dejará el Covid-19 a nivel empresarial.
Ahora bien, no todo este peso recae sobre las empresas. En este tiempo de crisis y cambios, el Gobierno de turno, debe dejar para después su posicionamiento político y la competencia electoral y navegar con la bandera de la solidaridad, ya que, son ellos y la clase política quienes tienen la obligación de generar certeza frente a la incertidumbre que genera esta situación excepcional. Por esto, al igual que los empresarios, es primordial que los gobernantes empiecen a implementar ayudas que faciliten a los empleadores ejecutar un plan de acción para así evitar una crisis social como resultado del crecimiento del desempleo.
Nuestros dirigentes debe entender que se deben a su electorado y por ende, deben tomar acciones que garanticen el bienestar de todos. En esta era de la información en la que vivimos, con múltiples canales y plataformas de comunicación, deben ser conscientes de que la crisis es la mejor oportunidad para hacer Gobierno en tiempo real y mostrar a la sociedad el por qué de las decisiones que se toman y cómo éstas, benefician el bien común. Pero además, abren un canal de retroalimentación de las demandas de los ciudadanos ayudándoles a tener más conocimiento sobre los pormenores de las situaciones y, por ende, ayudándoles a tomar mejores decisiones.
Finalmente, para cerrar esta triada de la solidaridad, estamos los ciudadanos. Tan importantes son las medidas y acciones tomadas por los empresarios, el Gobierno y la clase política, como la responsabilidad y cultura que debe demostrar la sociedad en esta circunstancia. Como ciudadanos es nuestro deber seguir las recomendaciones y los planes de contingencia implementados por el Gobierno y nuestras empresas. Debemos ser solidarios y no criticar las medidas. Nuestros comentarios sobre las mismas deben ser siempre constructivos y con el objetivo esencial de aportar soluciones. Debemos entender que, en esta situación, la solidaridad de todos es clave. Y sólo entre todos, unidos y mirando hacia la misma dirección, lograremos asumir con grandeza esta eventualidad.
El COVID-19 es una realidad que llegó al mundo inesperadamente, pero, como en todas las crisis, nos abre un oportunidad enorme de crecer como sociedad; nos vino a enseñar, cómo afrontar los imprevistos de forma mucho más solidaria.
Imagen: El Debate