Esta discusión de peatonalizar calles no es ni nueva, ni exclusiva de la capital sinaloense. Se ha dado años atrás en muchos lugares del mundo. Veamos.
Por: Miguel Calderón
Columna: Reflexiones de un aspirante a buen vecino. Por Miguel Calderón.
Peatonalizar es un verbo que genera polémica cuando se trata de iniciativas que cierren calles al tráfico vehicular. Durante la semana en curso esta polémica se hizo presente en el centro Culiacán y me motivó a indagar más a fondo sobre este específico asunto.
Algunos medios de información registraron dos bandos con posiciones opuestas. Uno que apoya el cierre temporal al tráfico vehicular, privilegiando el uso de la calle por el peatón por encima del vehículo por razones sanitarias a propósito de la emergencia del COVID 19. Otro que argumenta que este tipo de medidas inhibe las ventas de los comercios que operan en la zona.
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Esta discusión de peatonalizar calles no es ni nueva, ni exclusiva de la capital sinaloense. Se ha dado años atrás en muchos lugares del mundo. Veamos.
Ponerse en los zapatos de los micro, pequeños y medianos empresarios del país es colocarse en condición de agobio, angustia y de desesperanza. Muchos de ellos han visto disminuidos sus ingresos de forma tal que el dilema de cerrar para siempre sus negocios ha cruzado varias veces por su mente.
Los del centro de Culiacán no son ajenos a esta encrucijada y a esta ansiedad. Por todo ello, es comprensible que tomen arriesgadas decisiones y culpen a la peatonalización de todos sus males.
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Los mitos alrededor del cierre de calles al tránsito vehicular abundan y uno de los principales está relacionado con que se piensa que es factor en la reducción de las ventas. Estos paradigmas han empezado a caer debido no sólo a los posicionamientos teóricos, que van en aumento, sino a las experiencias de calles peatonales en México que también van en crecimiento.
El espacio peatonal más transitado en toda la república es un área que antes fue vehicular y que enlaza al Zócalo de la Ciudad de México con la Torre Latinoamericana: La calle Madero.
Ahí, de 2010 a la fecha, se ha confirmado lo que dice el estudio Good for Business” de la Heart Foundation en la siguiente frase: “mejorar el entorno para el peatón y el ciclista aumenta significativamente el valor de la propiedad privada”.
Datos fríos y contundentes: El valor de las rentas subió en un 50% y su nivel de ocupación pasó del 20% a 77%, sin el ruidoso tránsito del vehículo motor. Ejemplos como el de la calle Madero en la Ciudad de México se han replicado en Morelia, Puebla y Monterrey con resultados positivos también.
Disminuir la aversión de los empresarios locales del centro hacia la práctica de zonas libres de automóviles es el reto más reciente en la agenda de la autoridad municipal.
Algunos elementos que se pueden argumentar son los ya mencionados en los casos citados. Pero quizás, y con razón, los empresarios estén aturdidos en este momento para escuchar con detenimiento un planteamiento de vanguardia como éste.
En 2016, el World Resources Institute (WRI) publicó una guía a la que llamó Ciudades Más Seguras Mediante el Diseño. En este documento se menciona una oportunidad: “Muchas ciudades del mundo pueden convertirse en lugares más seguros y sanos si se cambia el diseño de sus calles y barrios”.
Estas ideas se han replicado localmente por mis compañeros de Mapasin. Ellos aseguran que no es necesario desencadenar una lucha por el espacio público en donde la sinrazón domine con el vehículo.
Lo que es indispensable es diseñar colectivamente, probar y opinar. Así lo han hecho con los 2 primeros tramos de la calle Morelos, en donde van en aumento las expresiones positivas de vecinos, comerciantes y transeúntes.
¿Dónde es que se ha vivido esta experiencia pre-pandemia? Si, aquí en Culiacán. En el cruce que hace malecón viejo con la Morelos hasta el cruce con Rafael Buelna.
Ojalá y que la palabra peatonalizar se vaya convirtiendo en una de connotaciones más positivas, no asuste y que, por el contrario, motive.