De la colección de plantas exóticas que trajo de diversos países, fueron las lichis las que se volvieron un producto de identidad regional de Sinaloa.
Por: Juan Francisco Sotomayor
De la colección de plantas exóticas que trajo de diversos países, fueron las lichis las que se volvieron un producto de identidad regional de Sinaloa.
Cada verano los meses de mayo a julio son en la costa del municipio de Culiacán, una fiesta de sabores. Es el tiempo en que se cosechan las lichis de Eldorado en grandes extensiones de huertos. Nunca Diego y Alejandro Redo se hubieran imaginado que sería un potencial cultivo comercial, lo de ellos era solo afición.
Diego Redo nació en 1869 y murió en 1963, fue hijo de Joaquín Redo y Balmaceda, quien fue senador de Sinaloa por 30 años, amigo del presidente de México Porfirio Díaz, llegando a ser un hombre poderoso, dueño de la casa comercial Torre de Babel de Mazatlán, la Fundición de Sinaloa y fabricante de armas y calderas.
Diego Redo poniendo la primera piedra de la Hacienda Eldorado
Este Joaquín Redo y Balmaceda fue también el dueño de la fábrica de hilados El Coloso y la hacienda azucarera La Aurora, en Culiacán. En sus años de bonanza fundó la hacienda azucarera de Eldorado.
A su muerte heredó estas empresas a sus hijos Diego, Alejandro y Joaquín. Era Diego Redo el potencial dueño, pero en 1911 las tropas revolucionarias de Ramón Fuentes Itrurbe y Juan M. Banderas le quemaron la fábrica Textil El Coloso y tomaron la fábrica de azúcar La Aurora, en una rebelión de clases sociales.
Al ser repudiado por los revolucionarios Diego Redo se alejó de la política, sufrió los tormentos del exilio de 1911 a 1923 en Estados Unidos, España y Francia. Entretanto, la hacienda de Eldorado, como le llamó (su madre) la fundadora Alejandra de la Vega de Redo, fue asediada por el naciente sindicalismo, por ser empresa de filiación porfirista, luego quebrada, y finalmente vendida al gobierno federal en 1971.
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En los tiempos de bonanza de la Hacienda de Eldorado, Diego y Alejandro Redo, que habían viajado a muchos países tropicales y de Europa, desarrollaron una gran afición por las frutas deliciosas. Producto de esos viajes, la casa Redo llegó a atesorar en la región la más grande colección de frutas tropicales y plantas ornamentales de otras regiones del mundo.
En ese huerto sin igual, llegaron a contabilizarse 55 variedades de mangos, 20 variedades de aguacates, carambolos (cuadrados), jobos (ciruela huesuda), yacas (Jack), guayabos, mamey, guanábana, caimitos, granadas y una gran cantidad de frutas exóticas, que aún prevalecen, entre ellas las lichis (Litchis chinensis) “que Alejandro trajo de China”, según el historiador Herberto Sinagawa Montoya..
Pasada la revolución mexicana, los Redo vivieron con el menosprecio de los obreros en reniego por representar el feudalismo de Porfirio Díaz, pero eso poco les importó. Vivieron de sus negocios y bienes heredados.
La casa Redo en la Hacienda de Eldorado, siguió siendo uno de los refugios preferidos de Diego, Joaquín y Alejandro Redo, tenían ahí una vida contemplativa admirando su gran colección de frutales en la influencia del Río San Lorenzo.
Casa de la familia Redo en la Ciudad de México.
Diego Redo se refugió en los círculos más compactos de la aristocracia de la ciudad de México, “su apellido apareció frecuentemente en los 300…y algunos más, del Duque de Otranto, en el periódico Excélsior”. Por su influencia política, a mediados del siglo XX, el huerto de la Casa Redo fue visitado por el noble español Juan de Borbón, el actor estadounidense John Wayne y los expresidentes de Estados Unidos Jimmy Carter, y Ronald Reagan, entre otras grandes personalidades.
Redo y el expresidente USA Ronald Reagan
Cuando el huerto de los Redo fue expropiado y pasó a ser de dominio público, los obreros del ingenio azucarero de Eldorado se hicieron de semillas de todas las frutas y formaron huertos en sus patios. Nunca se imaginaron los Redo que una de sus frutas de colección se convertiría en el fruto simbólico de Eldorado, por su éxito comercial en el extranjero.
La colección de frutas en Eldorado no fue la única, los Redo hicieron lo mismo en la Hacienda de El Cajón de Piaxtla, en la costa del municipio de San Ignacio, Sinaloa, donde aún prevalecen los centenarios árboles de mango y otros frutos, para atestiguar lo dicho.
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Los lugareños aprendieron de los Redo la técnica de propagación de las lichis de Eldorado , conocida como acodo aéreo, una clonación rústica que permite que las nuevas plantas produzcan frutas a corta edad. Ya que las litchis producidas por semillas necesitarían unos 25 años para producir frutos.
Con esa técnica se fueron haciendo huertos familiares. El suculento sabor de los rojos y carnosos frutos de litchis de Eldorado pronto gustó en la región y fue grande su demanda a partir de los años 70s del siglo pasado. Ya para finales de los 90s había cientos de hectáreas de huertas. Con grandes esfuerzos de productores, como los Urquídez, entre otros empezaron a exportar los frutos a los Estados Unidos Americanos para atender la demanda de consumidores asiáticos.
Algunos ingenieros agrónomos egresados de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que practicaban la técnica de propagación de litchis, fueron invitados a establecer plantaciones en los estados de Puebla, Oaxaca y Veracruz, principalmente, haciendolo un cultivo nacional, con los mejores genotipos de las lichis de Eldorado.
Hoy cuando se habla de las frutas exóticas de litchis en México, la punta de la madeja empieza en Eldorado. Nunca se imaginaron Diego y Alejandro Redo el futuro de ese negocio de exportación, lo de ellos era solo afición.
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