Puso su vida por salvar a otra persona y ahora vive atado a una silla de ruedas. Con entusiasmo se gana la vida de mercader.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Puso su vida por salvar a otra persona y ahora vive atado a una silla de ruedas. Con entusiasmo se gana la vida de mercader.
A Rubén las balas no le quitaron el entusiasmo por vivir. Los eventos delictivos dejan muchos daños que alcanzan a personas inocentes, muchos ni siquiera figuran en las estadísticas, menos en los programas asistenciales.
Rubén Amado Izábal Rodelo es una víctima de la violencia, de esas que llaman colaterales. No importa cómo le quieran llamar, pero él no puede caminar, recibió 3 balazos en sus piernas aquel 28 de noviembre de 1993.
Ese día intentó evitar que delincuentes se llevaran a una joven que estaba junto a él, en un evento de espectáculos. Su altruismo le marcó de por vida, y suele ser su plática cotidiana.
De ese acontecimiento ya nadie se acuerda, como sucede siempre cuando pasa el duelo, y se ahoga con el día a día la espectacularidad de las noticias. Pero Rúben se mueve con dificultad en una silla de ruedas, vende artículos de manera ambulante en el centro de Culiacán.
Entre las pocas opciones que ofrece el abanico de oportunidades para personas con alguna discapacidad, Rubén encara la vida trabajando como vendedor ambulante.
Se ha puesto una hora de entrada a las 10 de la mañana, cuando empieza el trajín de la ciudad. Cada día prepara su mercadería desde temprano, y toma un auto de alquiler para llegar al centro de la ciudad. Su costo de transporte es mayor, pues el transporte urbano no recibe personas en sillas de ruedas.
Lleva 7 años de mercader, justo en la esquina de las Calles Ángel Flores y Rubí. Ahí ve pasar a la gente añorando que alguien alcance la categoría de cliente. Su ganancia no le da para mucho, pero eso no le quita su espíritu de lucha.
Sentado en su silla de ruedas aguanta el calor veraniego, lo mitiga con una bebida gaseosa y un litro de agua. Alguien le cuida la venta cuando la naturaleza le pide un baño.
La pandemia del Covid lo sacó de juego por algunos meses golpeando su economía, pero también le dio la salida. Cambió sus mercancías por la venta de cubrebocas con estampado.
“Vivo al día, si gano tengo para comer, si no hay ganancia no hay comida; primero tiene que salir para el Uber de ida y vuelta”, dice sin flaquear en su intento.
Rubén Amado no está solo, tiene esposa y una niña de 4 años que le dan mejores motivos para vivir.
Hace 27 años puso en riesgo su integridad en un acto altruista por salvar una dama. Él trabaja, no pide ayuda. Es como cientos de personas en esta ciudad…una víctima silenciosa de la violencia. A Rubén las balas no le quitaron el entusiasmo por vivir. Cuando lo veas, dale la mano él puso su vida por otros.
Fotografía: Christian Z. López
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