Se traslada en la “motoambulancia” de la vida, acompañado de su esposa ante emergencias y el rescate de las víctimas.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Se traslada en la “motoambulancia” de la vida, acompañado de su esposa ante emergencias y el rescate de las víctimas.
Inocencio Medina Montes, Chencho, como le dicen en Villa Juárez, es un personaje singular, ha atendido más de 50 partos y ha rescatado cientos de heridos en situación de emergencia. Es paramédico solitario y muy querido, con su mochila de instrumentos médicos llega a como puede montado en su moto.
A las 4 de la mañana Chencho recibió una llamada de un vecindario de Villa Juárez. “Oiga si puede venir, es que tenemos un parto y no sabemos qué hacer”.
Se levantó con prisas, como lo hace casi todas las noches, tomó su mochila y llegó justo en los dolores de parto. Rápido se organizaron y subieron a la señora a un automóvil pequeño, el que había.
Les había advertido que irían a un hospital de Culiacán, pero si les ganaba el parto se detendrían donde fuera. Apenas llegaron al Campo el 10 y a gran velocidad se detuvieron en la gasolinera, ahí tendió a la señora en el asiento trasero y empezó su trabajo.
En minutos sus brazos fueron ocupados por un hermoso niño, lo secó y le tomó los signos vitales, ritmo cardiaco y respiración; también verificó el sangrado de la madre. Apenas había puesto al bebé en el regazo de su madre cuando llegaron los servicios de emergencia para su traslado al IMSS. Su trabajo había terminado, en las penumbras de la madrugada regresó a casa.
Historias de partos como esta, Checho ha atendido más de 50, en todas le han dicho gracias. Pero casi todas las noches traen sobresaltos, porque el teléfono suena y suena reportando emergencias:
“Me hablan, eeey atropellaron a una persona aquí. Oye, acá está una persona que está navajeado. Acá está uno que tiene una herida de bala. Está una persona dando a luz. Se cayó un muchacho. Así, puras cosas de eso”, dice.
Se levanta con prisa acompañado de su esposa, Jazmín Márquez García, es su asistente. Saca la moto itálica 125 que lo ha acompañado por 15 años, batalla para encenderla, la ladea a la izquierda, mueve la palanca de cambios, la ladea a la derecha, y después de su ritual la moto prende. Apenas alcanza a treparse Jazmín y salen desparramando humo para atender la emergencia.
Inocencio Medina es originario de San Pedro, Navolato, siendo jovencito se enlistó de voluntario en la Cruz Roja de Navolato en 2008. Ahí aprendió del Dr. Pablo Castañeda, primeros auxilios en nivel avanzado.
Ser paramédico es su pasión. Lo enviaron destacamentado a Villa Juárez, donde sirvió por años, pero al casarse con Jazmín tuvo que buscar trabajo y se separó de la corporación. Por ella se hizo villajuarense.
Dejó la representación, pero nunca dejó el servicio, se define como un socorrista solitario. Con bata o sin ella es el paramédico más útil de Villa Juárez, nadie le paga por sus servicios. Sus escasos recursos con frecuencia los invierte para comprar equipo, accesorios o medicinas para desamparados.
“Siempre que andaba por acá cerca por las calles miraba accidentados y entonces despertaba mi instinto de servirles, yo los atendía y le hablaba al equipo de emergencias para que viniera, muchas veces cuando llegan yo ya tengo el paciente estabilizado y todo”, afirma con satisfacción.
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Cuando no anda equipado improvisa: férulas con cartones, collarines con sábanas, busca tablas rígidas y todo lo que le sirve en la emergencia, mientras llega la ambulancia. Ha atendido fracturas expuestas, heridas profundas, hemorragias, traumatismo craneoensefálico y los peores escenarios con pérdidas de extremidades y decapitados. Con su moto, cuando no se le apaga, tiene la virtud de llegar primero que cualquier ambulancia porque vive en el lugar.
El día que fue llamado para salvar a una niña atropellada por una camioneta doble rodado, fue uno de los días más trágicos e inhumanos que Chencho a tenido. Una niña con expulsión de vísceras, un conductor irresponsable que huye, y una madre que llora y se arrodilla implorando que su hija sea salvada. Contar esa historia le corta la voz y deja que las lágrimas hablen lo que en palabras no puede decir.
A Chencho le preocupa la falta de conciencia vial de Villa Juárez, con 2 o 4 accidentes fatales diarios; la pobreza y alta cantidad de embarazadas sin control clínico, y niños enfermos sin atención médica. Ante la pobreza, durante la pandemia, ha sido el enfermero de jornaleros con Covid.
“Aquí viene mucha gente del sur a trabajar, normalmente las señoras del sur vienen embarazadas, y jóvenes, y no tienen la costumbre de ir a un control prenatal, de ir a un médico, nada. Ellas saben que están embarazadas, tienen los síntomas, pero no se atienden. Entonces cuando ya hay necesidad con un parto en proceso hablan al servicio de urgencias, o si saben que yo estoy aquí, muchas veces, gente que si me conoce viene y me busca y me dice: eyy, sabes qué, está dando a luz. Yo voy y los checo, los reviso, cómo están, y a veces yo mismo tengo que atenderlas”.
En todas sus intervenciones Chencho no recibe paga, cuando le han ofrecido dinero les dice que mejor le den equipo o compren medicinas para otros pacientes más necesitados. Hasta ahora su satisfacción es servir.
“Y a veces, me han tocado ocasiones en que estoy parado en un super o estoy parado en una gasolinera, en una farmacia, donde sea, y me encuentro con personas que me dicen gracias. Gracias porque me salvaste la vida, porque me ayudaste en el parto, porque me reviviste de un infarto, porque nací en tus brazos”, y esa es su paga dice conmocionado.
Montado en su “motoambulancia” italika, Chencho es el paramédico solitario de Villa Juárez. Tiene un gran corazón, es un aplauso a la vida, sin pausas para socorrer.
Video y fotografía: Christian Z. López
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