Una gelatina invitó a un billete, qué gran gesto al abuelo

Las historias que inspiran están en todo lugar, Iraís H. Castillejos nos comparte cómo hacer el bien trae bendiciones compartidas.

Por: Contadores de Historias

Las historias que inspiran están en todo lugar, Iraís H. Castillejos nos comparte cómo hacer el bien trae bendiciones compartidas.

¿Quién mira al abuelo?. La compasión es una gran virtud, conmueve al receptor y al oferente. Iraís H. Castillejos lo sabe porque recién lo ha vivido, y nos cuenta su historia de cómo una gelatina invitó a un billete, llevando bendición al abuelo desconocido.

Ella como tantas personas comparte a Tus Buenas Noticias el placer de servir. De su propia pluma escribe la historia:

Mi historia es que estando en el Instituto Nacional de Pediatría en la ciudad de México, fui a comprar una torta a una tiendita que está adentro del mismo.

Quería comprarle algo de comer a un señor que tiene a su nietita hospitalizada, pero solo me sobraban 12 pesos.

Pregunté por varias cosas y para lo único que me alcanzaba fue para una gelatina.

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Una señora que estaba formada atrás de mí me escuchó y me dio en mi mamo un billete. Yo ni vi de que denominación era.

Le traté de explicar que no se molestara que se lo agradecía muchísimo, pero que yo ya llevaba mi torta. Ella insistió y me pidió lo aceptara. Me dijo que si no lo necesitaba yo por completo, que lo compartiera con alguien más. 

Acto que le agradezco infinitamente, por qué en esos momentos en los que uno acude a esos lugares, gestos así son muy reconfortantes.

Finalmente, el billete que ella me dio, se lo di al señor y también le di la gelatina.

Vivir esa solidaridad en esos momentos, llena el alma. Eso escribe Iraís con un dejo de satisfacción.

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Así cuenta su vivencia afectiva experimentando el dar. Iraís ha ganado más que una gelatina y un billete, el sentimiento de gratitud que ahora carga vale más que los dos regalitos extendidos al abuelo extraño.

Si tan siquiera nos detuviéramos a ver las personas, sabríamos lo que les hace falta, sabríamos que ofrecerles. Ella dio una gelatina, la otra señora desconocida dio un billete. El abuelo recibió contentamiento. Y todos conocieron el sabor de la gratitud.

El mundo sería más feliz con personas compartiendo gelatinas.

Regálale unas palabras a Iraís.

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