La clave está en la relación humano-animal. La deforestación y el comercio de vida silvestre deben de cambiar.
Por: Kenia Meza
La clave está en la relación humano-animal. La deforestación y el comercio de vida silvestre deben de cambiar.
El Covid-19 marcó toda una era. Y el aprendizaje que queda para el futuro es identificar los factores que ayuden a prevenir una pandemia con el objetivo de actuar a tiempo y evitar situaciones similares a lo vivido.
En el 2020, la capacidad de reacción de muchos gobiernos ante el Covid-19 fue lenta, en comparación con la velocidad de expansión del virus, ya que pasó de algunos casos en China a millones alrededor del mundo.
Por tal motivo, los gobiernos se enfocaron en reducir la curva epidemiológica para controlar una situación negativa, y por ende el gasto público invertido ocasionó un estancamiento de 15 años.
Para contrarrestar tal efecto, existe un interés por Capitol Hill que ayudaría a los Estados Unidos y otros países a responder más rápido ante futuras pandemias basado en las siguientes acciones:
- Aumentar la confianza en instituciones como los CDC y la Organización Mundial para la Salud (OMS)
- Sistemas de alerta temprana: como inspecciones en aeropuertos y controles de temperatura
- Pruebas y datos en tiempo real
- Más PPE en inventario
- Implementar simulaciones de pandemias a nivel federal
- Capacitar a personas para transportar a enfermos de forma segura.
No obstante, la comunidad científica considera que existe una manera más eficaz a lo anteriormente mencionado; y es a través de los animales.
Los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) señalan que el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes provienen del contacto humano-animal.
Además, con el crecimiento de la civilización humana, las probabilidades de una pandemia son latentes, puesto que entre mayor interacción con animales, más probabilidades tenemos de contraer virus de ellos.
Para resolver esta problemática, o bien, reducir las probabilidades de una pandemia dada por la infección contacto humano-animal, los científicos proponen lo siguiente:
Reducir la deforestación
La deforestación es la principal fuente de las nuevas enfermedades zoonóticas. Cuando los humanos limpian terrenos para la agricultura o vivienda, se invade hábitat silvestre, y a medida que los bosques se fragmentan, incrementa la posibilidad de contacto entre humanos y el ganado.
Algunos casos que demuestran el supuesto anterior, son el Amazonas y Malasia; en estos lugares la deforestación provocó la multiplicación de los mosquitos, se mueven mejor en tierras despejadas, y por ende la propagación de la malaria.
Del mismo modo sucedió con el virus Nipah, por la quema del bosque para la agricultura en Indonesia, los murciélagos frugívoros huyeron a los huertos y transmitieron la enfermedades a los cerdos y éstos a sus criadores.
¿Lo ves? La agricultura y sus productos, son los principales impulsores de la deforestación.
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Regular el comercio de la vida silvestre
Los mercados donde las personas venden animales, ya sea como comida o mascotas, tienen un alto potencial de exposición viral. Además, la situación a la que se someten los animales durante su transportación y venta puede debilitar sus sistemas inmunológicos y facilitar el esparcimiento de enfermedades.
Para corroborar lo anterior, puedes recordar el mercado de Wuhan en China; el lugar considerado como el epicentro del Covid-19. Beijing prohibió oficialmente el comercio de vida silvestre en China en febrero de 2020.
No obstante, una prohibición total del comercio de vida silvestre reduciría el acceso a productos frescos para millones de comunidades vulnerables, puesto que muchas personas en áreas rurales o indígenas, dependen de la caza y de este tipo de comercio para sobrevivir.
De esta manera, cualquier prohibición deberá proporcionar a los cazadores, agricultores y recolectores alguna vía hacia un medio alternativo y una fuente de proteínas. O, en su lugar, ofrecer servicios veterinarios y médicos para facilitar el seguimiento de casos de enfermedad para evitar un brote contagioso.
El congreso de EUA autorizó 3.2 mil millones de dólares para actividades de salud global, de los cuales 19.6 millones son para el manejo de enfermedades zootécnicas. Mientras que el costo económico del Covid-19 oscila entre los 8 a 15 trillones aunado a la pérdida de vidas y del producto interno bruto (PIB).
Parece una tarea fácil pero no lo es. Las soluciones no son baratas, pero las estimaciones muestran que el costo de las medidas preventivas es al menos 10 veces más barato que los daños ocasionados por el covid, sin mencionar las miles de vidas que se salvaron.
En conclusión, implementar medidas preventivas siempre será más barato que cualquier acción estando en plena pandemia. Además, evitaría poner en riesgo la vida de los seres humanos.
Artículo originalmente publicado en Politico