Ganar Perdiendo

Hoy tengo más clara la premisa de que ningún pueblo puede pretender superarse a sí mismo sino es con la colaboración del vecino.

Por: Miguel Calderón

Columna: Reflexiones de un Aspirante a Buen Vecino. Por Miguel Calderón.

Una psiquiatra de origen cubano de nombre Migdyrai Martín, publicó hace aproximadamente 10 años un libro de su autoría que en su portada dice “Ganar Perdiendo”. En su interior podemos imaginarnos un manual de cómo sobreponernos a los duelos por pérdidas y sus diversas causas. Esto viene al caso en mi vida porque personalmente participé en el proceso electoral pasado no sólo como votante, sino también como candidato.

Se eligieron poco más de 4 mil puestos de elección, sin tomar en cuenta espacios de representación proporcional, en todo el país entre gobernadores, alcaldes, diputados de alcance nacional, legisladores locales y regidores, entre otros. Hay entonces más de 4 mil ganadores en los diferentes procesos democráticos que estuvieron en juego.

Bajo este criterio, ¿podrían sospechar cuántos no ganaron? ¿Cuántos perdieron buscando el voto de las mayorías?. De acuerdo con la numeralia oficial del Instituto Nacional Electoral hubo 138,812 candidatos en total, entre elecciones federales y locales. Eso quiere decir que alrededor de 134 mil candidatas y candidatos se quedaron en el camino y no obtuvieron el voto mayoritario. Yo soy uno de estos últimos.

¿Perdí? Desde el punto de vista electoral no queda duda de ello, pero tomando como base el planteamiento de la autora del libro “Ganar Perdiendo” puedo compartirles en esta ocasión mis experiencias ganadoras dentro de esta pérdida.

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En principio, debo confesarles que siempre he sentido un llamado a participar en acciones en beneficio de mi comunidad. Por lo que el sólo hecho de inscribirme en el proceso me motivó positivamente.

En segunda instancia, formar parte de un grupo de personas que se ilusionó, planeó y trabajó con toda la buena intención también me contagió. Conocí personas nuevas y observé en ellas esperanza y deseo por que las cosas vayan mejor en nuestra región.

Como tercer punto, puedo mencionar que en mi competencia de partidos políticos y personas también identifiqué un cúmulo de buenas intenciones. Gente proactiva que sintió el mismo llamado que un servidor y que se animó a registrarse sin imaginar el desenlace, sino más bien instalados en el sueño de cambiar las cosas positivamente.

El cuarto aspecto y que más quedó en mi ha sido el contacto con la gente en el recorrido por pueblos y colonias. Ver, sentir y compartir inquietudes individuales, familiares y colectivas bien entendidas es justo el insumo de quienes aspiran a gobernar para mejorar el estado de cosas.

Pero muchas de estas peticiones no sólo pueden ser resueltas por los gobiernos en turno, sino también por los ciudadanos de a pie organizados. La mejora de la cancha deportiva, el orden dentro de la colonia, el respeto a las reglas de convivencia, la cohesión vecinal por metas comunes o la “simple” organización de la fiesta patronal, están más en el catálogo de las capacidades de los vecinos que de las personas del poder público.

Hoy tengo en mi agenda telefónica a más personas a las que hay que llamar para proponer ideas en beneficio de estas comunidades. Hoy también tengo nuevos temas en mente para emprender en la región. Pero, además, hoy tengo más clara la premisa de que ningún pueblo puede pretender superarse a sí mismo sino es con la colaboración del vecino.

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