Con el deseo de sacar adelante a su familia, ni el sol o el calor hacen mella cuando está construyendo casas.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Con el deseo de sacar adelante a su familia, ni el sol o el calor hacen mella cuando está construyendo casas.
Era todavía un jovencito cuando Eliazar Ramírez Hernández tuvo que aprender lo que era ganarse la vida. Ladrillo por ladrillo construye su esperanza de vida.
Era un jovencito, pero estaba encaprichado en querer dejar la escuela, su papá decidió llevarlo con él a trabajar en la obra. Pensaba que el trabajo duro lo doblegaría y haría volver a clases. No sucedió.
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Nada salió según los planes de su papá. Eliazar encontró en el trabajo de peón de albañil una manera de subsistir. “Tenía 15 años cuando mi papá me llevó a trabajar con él, empecé como ayudante y pues él fue quien me enseñó este oficio, lo hizo para castigarme, porque ya no quería estudiar, y más que un castigo para mi fue una enseñanza porque aquí me quedé”, dice entre risas.
Para Eliazar ser albañil le ha traído muchas satisfacciones en la vida, además de construir casas con cada ladrillo va armando la esperanza de mejorar su vida y la de su familia.
Como padre de cuatro hijos, Eliazar se motiva por llevar cada día algo para comer a su hogar. Sus hijos, asegura, son su orgullo. Tres de ellos son estudiantes destacados, mientras que su hijo mayor ha seguido sus mismos pasos.
Periódico Alturas del Sur - Julio 2021
“Ahora a mí me tocó estar en el lugar de mi papá, cuando me llevó a trabajar a la obra porque igualito que a mí, yo tuve que traerme a mi hijo mayor para que vea que la vida no es fácil y que lo mejor sería la escuela, pero no quiere, así que tiene que trabajar para saber que nada es gratis en la vida”, dice moviendo el seño en reflexión.
Aunque asegura que no era su deseo, Eliazar ya enseñó a su hijo de 17 años a colar y pegar algunos ladrillos. Asegura que es mejor que aprenda el oficio a que ande por las calles haciendo males.
“Le soy sincero, este no era mi deseo para mi hijo, pero en lugar de que ande en la calle entre los vicios, prefiero que se venga a trabajar conmigo porque al menos yo sé en dónde está y este oficio podrá ayudarlo a sacar adelante a su familia cuando la tenga”, dice.
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Aunque para él no ha sido sencillo tener que trabajar de sol a sol en este oficio, acepta que ha sido la única manera en la que ha podido llevar el sustento a su casa. Luego de que rechazara la oportunidad que sus padres le brindaron de tener un estudio, ahora tiene que enfrentar su realidad.
Su mayor deseo, asegura, es que sus hijas que ahora estudian la educación básica, sí logren terminar su preparación académica. Pues, aunque asegura que un oficio es un digno trabajo, no hay nada como una profesión que las ayude a salir adelante.
“Con mi hijo, pues ya no pude hacer nada. Pero espero que mis hijas si puedan salir adelante con una carrera, de verdad que no hay mejor herencia que les pueda dejar, nunca va a ser mejor ser albañil que profesionista”, dice con una voz reflexiva. El ejemplo del trabajo honesto es lo más importante y considerar que nunca es tarde para volver a la escuela es la mejor esperanza.