Conoce la verdadera historia de Lupita, “La novia de Culiacán”

La verdadera historia de una mujer afligida que imploraba justicia. Lupita Leyva Flores, ni era novia, ni era de Culiacán, ni le mataron a su novio en catedral.

Por: Christian López

La verdadera historia de una mujer afligida que imploraba justicia.

Lupita Leyva Flores, ni era novia, ni era de Culiacán, ni le mataron a su novio en catedral.

Guadalupe Leyva Flores nació en Bamoyoa, Ahome, cerca de San Lorenzo Viejo (antes llamado San Lorenzo de Bajonea) Higuera de Zaragoza, Sinaloa. el 3 de Julio de 1900. donde se levantó el acta de nacimiento que se anexa.

Su padre se llamaba Guadalupe Leyva y su madre era Guadalupe Flores, Lupita era de raza blanca, se casó con Manuel Valenzuela, un indio Yoreme. Del matrimonio nacieron sus hijos: Rubén Valenzuela Leyva, el 2 de Noviembre de 1938, luego nació Ramiro el 8 de Abril de 1940, posteriormente nace Daniel Valenzuela Leyva, un 3 de Noviembre de 1944, y al final nace su hija en el año de 1949…

Año en el que inicia su infortunio, pues ese fatídico año muere su más grande ilusión: su pequeña hija, y cual si fuera poco: se fueron sumando otras calamidades, ese año fue la gran creciente de 1949. Que arrasó con el ingenio y el poblado de San Lorenzo Viejo.

Sus padres trabajaban en el ingenio Azucarero de San Lorenzo Viejo. Una vez, sus padres, trabajando en las cercanías de la hacienda de Bajonea se encontraron un gran tesoro de monedas de plata, las cuales fueron guardadas celosamente por Lupita.

Lupita custodiaba no solamente las monedas, sino también los títulos de tierras que le había entregado a su familia en el año de 1934 al crearse el Ejido de “San Juan bautista de Cochorime” donde estaban las tierras de San Lorenzo de Bajonea. Hoy San Lorenzo Viejo.

Los títulos eran de su padre Guadalupe y de sus tíos: Cesario, José y Florentino Leyva. Pero los mencionados títulos ejidales, se los llevó la creciente.

Otra desgracia sucedió cuando un grupo de “Banqueros” entre ellos Rafael G. Ibarra, representante de la Banca Privada de Desarrollo, creada en el año de 1940, en Sinaloa, y a quien el ejido le había quitado sus tierras “poseídas”, se presentó para ofrecer una inversión bancaria. Lupita inocentemente, le otorga sus monedas de plata como inversión pero cuál fue su sorpresa. Todo fue un fraude para despojarle de su dinero.

A Lupita la habían estafado y robado su tesoro, que más que llamarlo “Tesoro de la Divina Gracia, no fue más que el “tesoro de la vil desgracia”, Lupita no aguantaba una más, y empezó a enfermarse, las pena y las preocupaciones parecían llegar cual “Rosario” interminable. Al poco tiempo falleció su Esposo Manuel Valenzuela y queda Viuda..! ¡Lupita no aguantaba más..!

La infame suerte no daba tregua. Pues se dice que en ese año se presentó una lluvia de estrellas en el firmamento, lo que Lupita interpretó como una señal o un presagio, y cayó en la locura.

La historia de Lupita, vestida de blanco nace en el año de 1956, su tesoro robado, la muerte de su hija y de su esposo, la orillan a tomar una decisión. ¡Buscar justicia..!

Se viste de blanco, y se yergue altiva y con voz fuerte, empezó a recorrer los pueblos de San Lorenzo Viejo e Higuera de Zaragoza, hasta Culiacán, donde buscaba entrevistarse con las autoridades civiles y eclesiásticas.

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Sus infortunios la obligaron a llevar una vida errante anhelando justicia, unas veces visitaba al presidente municipal de Culiacán, otras al gobernador del estado, y al no ser escuchada, recurría hasta con el Sr. Obispo, buscándolo en la catedral, donde pasaba horas, y días, otras veces se iba a la sede de la Sagrada Mitra, ubicada en la Lomita, buscando entrevistarse con el Obispo Don. Lino Aguirre y después con Don Luis Rojas Mena.

La gente del mercado Garmendia y locales cercanos le daban alimento y sus noches las pasaba en el Benemérito hospital del Carmen. Durante casi treinta años pasó su vida Lupita entre Culiacán, San Lorenzo Viejo e Higuera de Zaragoza, Sinaloa.

Su vestimenta fue escogida por ella, no era propiamente un vestido de novia, más bien era un hábito blanco, el cual adoptó como manda, comprometiéndose a vestir ese hábito hasta ver justicia en su caso.

La vida de Lupita estuvo llena de infortunios, falleció en 1982, a la edad de ochenta y dos años y sus restos reposan en el panteón “De los Tecolotes” en Higuera de Zaragoza, Sinaloa, donde fue sepultada con su hábito blanco y “rosario” de calamidades.

Descanse en paz, Lupita .. ¡La novia de San Lorenzo Viejo!

Crédito de texto: G. Peregrino Navarro Irizar.

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