El testamento del empresario

¿Y nuestro testamento debe ser el mismo: todo para todos por partes iguales? Quizá entonces no es lo que convenga, ni a la empresa ni a la familia.

Por: Manuel Díaz

Siempre hemos sostenido que hay un testamento para cada etapa de tu vida. Nuestro primer testamento suele ser meramente "repartidor", genérico, universal: "todo para mi pareja; y a falta de ella, todo para mis hijos por partes iguales; y si un hijo no puede heredar, esa parte la heredarán mis nietos hijos de quien no pudo heredar, etc., etc.".

Pero con el tiempo las cosas cambian; el patrimonio se diversifica, la empresa evoluciona, los hijos definen sus vocaciones y afloran sus habilidades - ¡y sus debilidades! -; llegan los yernos y las nueras; la economía y sus mercados se mueven; y al cabo de unos cuantos años, ya nada es igual.

¿Y nuestro testamento debe ser el mismo: todo para todos por partes iguales? Quizá entonces no es lo que convenga, ni a la empresa ni a la familia.

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Es cuando nosotros sugerimos migrar de un testamento "repartidor" a un testamento "organizador" de la continuidad de tu empresa, neutralizando conflictos en la familia.

Y la fórmula es aparentemente sencilla: ya no pensar con criterio "igualitario", sino con sentido "equitativo".

"Todo para todos por partes iguales", con frecuencia perjudica el progreso de la empresa y pudiera ser una fuente de conflictos en la familia.

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Si la diversificación de tu patrimonio te lo permite, y el perfil de tu familia te lo sugiriese, deberías pensar en superar la fórmula simplista de un testamento repartidor de bienes, y explorar la conveniencia de un testamento organizador de la continuidad de la empresa, en armonía y con justicia en la familia.

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