Con alegría Amalia Yuriar ha pasado gran parte de su vida a la venta de dulces en la Verbena de Navolato.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Con alegría Amalia Yuriar ha pasado gran parte de su vida a la venta de dulces en la Verbena de Navolato.
Para Amalia Yuriar Vega, vender dulces es mágico. La envuelve en aromas y sabores que la transportan a una de las épocas más felices. Su infancia.
Allá en Ixpalino, San Ignacio fue donde doña Amalia vio la luz por primera vez, tierra que lleva en lo más profundo de su corazón.
Recuerda que cuando era una jovencita llegó a buscar futuro en Navolato, una ciudad en pleno crecimiento económico.
Al llegar acá hace 54 años, Amalia quedó prendada de la galanura de Leopoldo Ide, quien la convirtió en su esposa.
Asegura que cuando conoció a Leopoldo, su concuña tenia una frutería en el Mercado Hidalgo. Ahí él vendía dulces típicos mexicanos.
Al casarse, el negocio pasó a manos de doña Amalia y continuaron con la venta de esas delicias en el mercado.
Cuando llegó la oportunidad de buscar un establecimiento para los meses decembrinos, tuvo la opción de encontrar un puesto en la Verbena Popular.
Y desde hace 49 años es de las fundadoras de la venta de dulces en la Verbena de Navolato.
Al día de hoy, con el peso de los años encima y con la sonrisa que la caracteriza disfruta de llevar alegría a quienes buscan endulzarse los días difíciles.
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Con gran orgullo asegura ser de las más antiguas vendedoras de dulces. En su puesto se puede encontrar una gran variedad de dulces tradicionales como dátiles, alfajor, dulce de membrillo, ate de guayaba, camote y calabaza enmielados y muchos otros productos con que deleitar el paladar y el antojo.
Así, es como Amalia disfruta sus días, vendiendo sus dulces y contando sus alegrías.
Alegrías que comparte con todos los que pasean por la verbena en busca de un momento de felicidad y encanto que pueden encontrar en el puesto de doña Amalia. Ahí el que pasa se endulza la vida.