La marca, el apellido y las “buenas relaciones” en el club, por sí solos no son suficientes.
Por: Manuel Díaz
El éxito es muy mal consejero; engaña; nubla la vista; enferma de soberbia; nos relaja haciéndonos pensar “ya la hice” y “ya llegué”; y entonces nos anclamos en nuestra zona de confort desde donde luego vemos pasar a la competencia, rebasándonos.
Hay una etapa en la empresa familiar en que el éxito nos puede infectar; es en la transición hacia la segunda generación, de los padres fundadores a los hijos sucesores.
Dependiendo de la formación de los sucesores (fíjate que no dije “capacitación”; dije “formación”), dependerá que la segunda generación sea la plataforma de relanzamiento de la empresa, o -como sucede mucho- marque su fatídico estancamiento.
¿Qué es lo que hará la diferencia? La cultura empresarial y el espíritu emprendedor que se inculque a la próxima generación de dueños de la empresa. Estoy seguro que tú mismo conoces algunos casos de prolongación del éxito, y otros de sepultura de la empresa.
El traspaso generacional de la empresa es la oportunidad vital para imprimir un nuevo impulso a la empresa. Si ustedes no lo hacen, la competencia si lo hará.
La marca, el apellido y las “buenas relaciones” en el club, por sí solos no son suficientes.
Tenlo presente:
Empresa familiar que generacionalmente no se refunda, se refunde!
Contacto: Díaz Salazar y Asociados, S.C.
>Más artículos del mismo autor">>>Más artículos del mismo autor