Capacitación y formación a toda la familia

El adiestramiento se enfoca en desarrollar habilidades, y la capacitación en adquirir conocimientos; y en la empresa familiar, formación -o sea enriquecimiento espiritual- no es menos importante que las habilidades comerciales y los conocimientos de tu producto o servicio.

Por: Manuel Díaz

Mejorar tu rentabilidad personal puedes lograrlo por tres vías: el adiestramiento, la capacitación y la formación.

El adiestramiento se enfoca en desarrollar habilidades, y la capacitación en adquirir conocimientos; y en la empresa familiar, formación -o sea enriquecimiento espiritual- no es menos importante que las habilidades comerciales y los conocimientos de tu producto o servicio.

¿Y cómo llegas al enriquecimiento espiritual? A través de la formación, la que se inculca en el hogar, en el aula, con un mensaje, con el ejemplo, con la lectura adecuada; muchas veces no tienen que ser temas o textos directamente ligados a la ética o a la moral. A la formación puedes llegar también, curiosamente, a través del conocimiento de historia, filosofía, las bellas artes (música, pintura, literatura, etc.). No todo en tu empresa es costos, impuestos, mercado, precios… Finalmente, todos los procesos empresariales son ejecutados por personas, por humanos, y de la habilidad, el conocimiento y la actitud de esa persona que ejecuta depende del éxito o el fracaso del proceso.

Cuando al tema de la formación en tu familia y en tu empresa le das una alta prioridad, le estás agregando a tu compañía una importante ventaja competitiva sobre las empresas donde los dueños generalmente trabajan en su capacitación solamente a nivel de conocimientos y/o habilidades, dejando relegada la formación.

Te comparto algo que descubrí y he observado en mi relación de muchos años con numerosas empresas y familias, y que para mi constituye una de las reglas de oro para el éxito de una empresa familiar: “Buenas personas generalmente hacen buenas empresas; no necesariamente buenas empresas hacen buenas personas”; por lo tanto, hagamos buenas personas para que hagan buenos negocios; y el campus natural y primario para hacer buenas personas es la familia y el Consejo Familiar.

¿A quiénes, en la familia, debes inculcarle formación? ¿A los accionistas, a los que laboran en la empresa? ¡A todos! Nunca sabes por dónde te va a saltar la liebre; además, acuérdate de que hasta en las mejores familias suele haber contagios y contaminación.

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