Desde pequeña, siempre manifestó el deseo de trabajar y servir.
Por: José Luis Gallardo
Navolato, Sinaloa.- Hablar de María Elena Urías, es hablar de una mujer que ha dedicado su vida a trabajar y servir con dedicación.
Desde niña, siempre tuvo visión para los negocios. Hoy, recuerda que era una pequeña niña de seis años de edad, cuando pidió a su mamá que comprara una bolsa de dulces, que ella misma se dedicaría a vender en el porche de su casa a los niños que pasaban con rumbo a la escuela.
Al ver que la venta de dulces era un negocio redituable, continúo surtiendo su mercancía y las ofrecía a sus pequeños clientes. Pero no solo eso, con el paso del tiempo, decidió emprender y participar como distribuidora de productos de belleza por catálogos.
Siendo una niña, y con el apoyo de una de sus tías, María Elena, era una pequeña distribuidora. Recorría la casa de las vecinas, quienes eran sus mejores clientas.
Desde niña, María Elena descubrió su talento. Al ser una niña inquieta, descubrió que su mayor deseo era dedicarse no a las ventas, sino al mundo artístico.
Tenía siete años cuando su mamá le compró una grabadora y se enfocó en desarrollar su pasión. El baile. Desde ese tiempo, la niñita montaba coreografías y junto con sus amiguitas y compañeras de escuela, las presentaban durante los festivales escolares. Eran una sensación.
María Elena descubrió “lo que quería ser de grande”. Una coreógrafa. Mientras el sueño se cumplía, trabajaba ayudando a su abuelita en la venta de pan en El Bolsón, posteriormente con ayuda de sus padres, establecieron un pequeño abarrote que el día de hoy sigue abierto bajo la dirección de su mamá.
Sin embargo, su sueño no estaba cumplido. Sabía que debía estudiar una carrera profesional,
Lee también: Rafael Matilla pinta de colores los caminos del arte en niños en Navolatopor lo que cursó la licenciatura en Trabajo Social y aprendió a realizar gestiones que, con el paso de los años serían de gran ayuda al trabajar como Presidenta de Cruz Roja Navolato.
Ella logró cumplir sus sueños de la infancia. Se convierte en coreógrafa y establece una sala de baile en Navolato. Pero no solo eso, al trabajar en Cruz Roja, recibe la oportunidad de servir y dar de sí un poco de lo mucho que ha recibido.
En Navolato, María Elena es ejemplo de servicio, dedicación y emprendimiento.