Un siglo de historias: El Expiatorio de León, Guanajuato

La majestuosidad del templo ha sido un faro de esperanza y fortaleza para la comunidad, un lugar de oración y un símbolo de perseverancia en tiempos difíciles. 

Por: Vanessa González

En un rincón emblemático de la ciudad de León, Gto, el Templo Expiatorio, símbolo de fe y arquitectura, guarda secretos que han intrigado a generaciones durante un siglo. Desde su inicio en 1921 bajo la visión del presbítero Bernardo Chávez, esta majestuosa estructura de estilo neogótico ha sido testigo de la devoción de los feligreses y del misterio que rodea a sus profundidades. 

Fue el presbítero Chávez quien logró inspirar a los fieles a aportar donativos para materializar su sueño arquitectónico en la calle Madero, antes conocida como Real de Guanajuato. Ese primer paso en 1921 desencadenó un proceso que perdura en la historia y en los corazones de la comunidad religiosa.

Las criptas, una parte poco conocida del Templo Expiatorio, se convirtieron en una fuente adicional de recursos para financiar la construcción. Iniciadas en 1924, estas cámaras subterráneas se proyectaron como una forma de apoyar económicamente el edificio principal.

Sin embargo, los trabajos en las criptas se vieron interrumpidos por la inundación de 1926, retrasando su función hasta enero de 1930.

Las criptas, un total de siete, albergan más de 1,900 criptas. Estas cámaras sagradas también desempeñaron un papel clave durante la guerra cristera, sirviendo como refugio para sacerdotes y religiosos perseguidos. Su importancia se extiende a lo largo del tiempo, conectando generaciones en una historia de supervivencia y devoción.

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Sobre el templo, existe la leyenda “del fin del mundo”, que se remonta al año 1926. En aquel entonces, una inundación devastadora conmovió a la comunidad local. Fue en ese momento de adversidad que surgió la creencia de que la construcción del Templo Expiatorio había traído la desgracia sobre la ciudad.

Se decía que una vez que el templo estuviera finalizado, marcaría el fin del mundo. Esta creencia se propagó, gracias al temor y la incertidumbre. Sin embargo, a pesar de las suposiciones, la construcción continuó, desafiando la superstición y el miedo que trajo esta leyenda.

Con los años, la leyenda del Templo Expiatorio como portador del fin del mundo se ha perdido. La majestuosidad del templo ha sido un faro de esperanza y fortaleza para la comunidad, un lugar de oración y un símbolo de perseverancia en tiempos difíciles. 

Hoy en día, mientras los visitantes y los habitantes del Bajío se maravillan con la belleza del Templo Expiatorio, pueden también reflexionar sobre cómo las historias y creencias pueden cambiar la percepción de un lugar. Más allá de la leyenda, el templo sigue siendo una maravilla arquitectónica que trasciende el tiempo, recordándonos que la esperanza y la unión pueden prevalecer. 

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