Con su llantera, recuerda las enseñanzas que obtuvo de su papá. Hoy, mantiene su legado en pie.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
José Manuel Beltrán Luna está haciendo realidad su sueño: mantener en pie el negocio que inició su papá hace algunos años. Hoy, una llantera es su legado.
A sus 22 años, es todo un hombre responsable. Encargado de llevar la administración de una llantera en la colonia CNOP. Estudiante de la carrera de Derecho y deportista destacado.
Los golpes de la vida lo han obligado a dejar de lado las fiestas y diversiones propias de la edad, para convertirse en un joven digno de emular.
“Esta llantera mi papá la abrió por allá en el 2011. Era su negocio, aquí trabajaba para mantener a la familia y gracias a Dios nunca nos faltó nada”, dice con orgullo al reconocer que el paso del tiempo, el esfuerzo y sacrificio de sus padres sería recompensado.
“Para mi papá no fue fácil emprender. Este terreno es de mi abuela y ella se lo rentó, primero era un billar y luego mi papá juntó dinero y armó la llantera. Poquito a poquito le fue metiendo, hasta que logró establecerse”, reconoce.
Ese tesón que caracterizaba a José Luis, es uno de los atributos que José Manuel le heredo.
“Recuerdo que mi papá abrió la llantera cuando nosotros todavía éramos muy niños. Yo tenía once años, estaba chiquito, pero así nos veníamos y le ayudábamos a trabajar”, dice con honra.
Aunque a sus once años, lo único que hacía era jugar entre las llantas, y ponerles aire, o utilizar la pistola de compresión para aflojar los birlos. Para él y su hermano Luis Antonio eso era lo máximo.
“Desde pequeño empecé, no por obligación, sino por estar aquí con mi papá y aprender. Lo único que hacía era echar aire a las llantas o quitar los birlos con la pistola de compresión. Al menos mi papá nos dejó un oficio para mantener la casa”, señala con una voz de reflexión.
José Luis, también le enseñó la importancia de mantenerse activo para tener buena salud, por lo que impulsó en sus hijos el deseo de ser deportistas.
Desde niño José Manuel practicaba el fútbol. Formaba parte del Club Monarcas, en donde era reconocido por su talento al defender el esférico. Ese mismo talento que ha desarrollado para enfrentar la vida ante las dificultades, con mucho optimismo, según venga la bola.
Cuando su papá perdió la vida en el 2015, José Manuel sintió que el mundo se le venía encima. A pesar de que José Luis falleció por una enfermedad pulmonar, nadie está preparado para dejar partir a un ser querido y tomar las riendas de la familia.
“Cuando falleció mi papá se fue el pilar. En un caso así, no queda más que salir adelante y estaba el negocio, hay que sacarlo adelante. Más que todo uno le sigue porque es lo que él fundó, está la nostalgia. No es igual. La verdad yo sigo en la llantera como un homenaje a mi papá. No tanto por lo que me da, sino por el recuerdo de mi papá”, dice con voz entre cortada.
Pero su papá no le dio solo un oficio. También se esforzó por enseñar a sus hijos la importancia del estudio y una vida sana.
“Mi hermano Luis Antonio estudia odontología y yo estudio derecho. Mi hermana estudia la prepa; y con la ayuda de mi mamá es que seguimos dedicándonos al estudio además del trabajo”, reconoce.
Así, es como este joven tiene determinación para responder a la necesidad de sacar el sustento para su familia. Lo hace con esmero entre llantas y el aire de los compresores.
Pero sobre todo sigue trabajando en esas metas que lo llevarán a la cima de una vida productiva y ejemplar.
“No quiero ser llantero para siempre. Me preparo académicamente porque quiero ejercer la carrera que estoy estudiando. Sé que es lo que mi papá hubiera deseado y tanto yo como mis hermanos nos esforzamos. Pero de lo que estoy seguro es que mientras esté en mis manos mantendremos este negocio que nos hace sentir tan cerca de mi papá”, dice.
Cuando José Manuel se gradúe de abogado planea mantener abierta la vulcanizadora. Ya pensará una buena estrategia para cuando llegue ese día.
Mientras cumple esa meta, José Manuel dedica sus días a realizar desponches, montajes, balanceo y vulcanizado.
Con su negocio le da aire a la vida, pero con su dedicación infla el entusiasmo y no se deja caer por las desilusiones que se cruzan con el rodar de los días. Tiene una resiliencia con valor de caucho y un aguante de largo kilometraje.