Daniel descubrió una vida sin sentido caminando con con las drogas

En el callejón de la vida Daniel nos advierte que empezar temprano en las adicciones es despedirse temprano de este mundo.

Por: Kenia Meza

“Si es verdad que existes, pues ayúdame, ¿no? Yo ya no puedo dejar de consumir, ya no quiero, pero no puedo dejarlo”, fueron los gritos de auxilio que llevaron a Daniel Sandoval por el camino de la renovación tras haber superado el consumo de sustancias y haber derrotado a su mortal dependencia.

Daniel Sandoval González es un hombre de 37 años que lucha cada día para no recaer una vez más en el infierno de las drogas. Con cada nuevo amanecer empieza una oportunidad para redimirse y mostrar la verdadera cara detrás del “no pasa nada”.

Su historia en el mundo de las adicciones comenzó un día de “pinta” a sus 11 años. En compañía de sus amigos, fue fácil abrirle la puerta a la cerveza y al Azteca de Oro mientras faltaban a clases y con un grito unánime -¡salud!- firmó el inicio de una vida en descontrol.

Cada ocho días, echarse unos tragos servían para poner fin a la semana. Pero, al poco tiempo, Daniel encontró una excusa para evitar enfrentar su vida y ser un alcohólico se convirtió en su realidad.

En dicho caminar, la ironía de la vida fue que Daniel vivía en un barrio rodeado de personas que padecían de adicciones a la “piedra”; acto que, en ese entonces, le parecía muy cómico. Bromear sobre el aspecto físico y mental de estas personas, le hacía liberar estrés. Pero lo que nunca visualizó es que se convertiría en uno de ellos.

En entrevista para Malala Academia, Daniel confesó que su adicción a los narcóticos surgió tras haber sido víctima de abuso sexual a los cinco o 6 años. El dolor, la desesperación, la confusión y el miedo, bloquearon su alma y el “no sentir nada” tras consumir drogas, hundía más a Daniel.

Sin sentimiento alguno, el distanciamiento familiar no le afectó. Pasaron los años y la soledad envolvió a Daniel hasta llevarlo a vivir en la calle. Hasta que una noche, en un hotel, suplicó por ayuda y a partir de ese día, empezó su transformación.

Con 37 años, Daniel sabe que cuando una persona consume drogas y dice que “no pasa nada”, está en un error. Mientras que en el pasado, cada día era para destapar una botella o consumir “piedra”, hoy es una oportunidad para compartir el mensaje a personas que están pasando por una situación similar a lo que él vivió. La búsqueda del perdón de parte de su madre, es su motor, que en un futuro irá más de prisa ayudando al prójimo.

En el callejón de la vida Daniel nos advierte que empezar temprano en las adicciones es despedirse temprano de este mundo. En esa Ruta trágica iba cuando una sacudida lo sacó del camino y volvió a empezar. Ahora ayuda a personas con la misma necesidad.

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