¿De qué murió la Virgen María?

María debió morir para enseñarnos a bien morir y dulcificar con su ejemplo los supuestos terrores de la muerte

Por: Redacción

Para hablar sobre el tema de la muerte de María tenemos que leer y entender las diferentes versiones que la religión católica manifiesta con el fin de comprender que María debe ser tratada al mismo tiempo como un ser humano bueno y generoso, y sobre todo como la madre de Jesús.

Las posibles causas como enfermedades o accidentes no se rebelan tan fácilmente como le sucede a cualquier mortal. La Virgen María es un ícono, un ejemplo a seguir como madre y protectora; es por eso que los motivos o causas son tratados con tanto respeto y devoción. A continuación se comparten algunos posibles escenarios que la iglesia nos inculca para comprender el misterio de María siempre virgen.

Se afirma que murió del amor más grande que puede existir, el de una madre a su hijo. Deseaba estar al lado de Jesús y unirse en el cielo con él.

El Padre Joaquín Cardoso, afirma  sobre la muerte de María en la Liturgia:

"La Iglesia, pues, tanto la Griega, como la Latina, creyeron siempre, no solamente como posible, sino como regla, en la muerte de María, y en las más antiguas Liturgias de ambas Iglesias se encuentra siempre la celebración y el recuerdo de la muerte de María, con el nombre de la Dormición, Sueño o Tránsito de Nuestra Señora. Porque eso sí: si creían que realmente la Virgen había muerto, indicaban con esa denominación, no usada comúnmente para todas las muertes, que la de la Virgen había tenido algún carácter especial y extraordinario, que es precisamente el de su resurrección inmediata y Asunción a los Cielos".

Dice Royo Marín que la muerte de María nos sirve de ejemplo y consuelo. María debió morir para enseñarnos a bien morir y dulcificar con su ejemplo los supuestos terrores de la muerte. Los recibió con calma, con serenidad, aún más, con gozo, mostrándonos que no tiene nada de terrible la muerte para aquéllos que en la vida han cumplido la Voluntad de Dios.

Y Juan Pablo II también habla al respecto: "La experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la vida". (JP II, 25-junio-97).

Así podemos entender que hablar del misterio de la muerte de la virgen María es un asunto de respeto y devoción de los fieles a este misterio de la vida de Jesús y su madre.

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