Vendiendo agua su vida cobró otro sentido. Con mucho ánimo, pasa su día recorriendo el sector calmando la sed y ganando el afecto de la gente.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Desde muy temprana hora se escucha el sonido de su motocarro al ritmo de “Esta es el agua, cien por ciento pura, Sinaloa Premium oh qué sabrosura”.
Los vecinos, ya saben, que es Bladi, como cariñosamente lo llaman.
Los niños, salen corriendo con garrafón en mano y $14 pesos, con los que pagarán por un garrafón de agua purificada.
“Bladi, Bladi”, se escucha gritar tanto a niños como a amas de casa que, desde hace tiempo, lo consideran parte de su familia.
La marca de agua y el sonido son muy conocidos, pero la historia de Bladimir Chicuate Huicho, no es tan conocida. Él ha tenido un buen reto como emprendedor.
A sus 36 años, disfruta recorrer las calles del sector Barrancos. Asegura que desde que llegó a Culiacán, la gente le ha brindado un cálido recibimiento.
“Yo soy de Guasave y hace 12 años que me vine a vivir para Culiacán. Desde siempre todos se han portado muy bien conmigo y yo me siento contento haciendo esto”, dice con una voz de gratitud.
Para él, no importa la temporada del año. Tampoco importa el calor que el abrasador sol de Culiacán lo cubre y en ocasiones casi lo deshidrata.
Este trabajo, le ha permitido tener un sustento para él y su familia. Además, que sabe la importancia de su labor.
“A veces la gente espera a que pase o muy temprano o tarde, porque no tienen agua para beber en casa”. Así, se convierte en un mitigador de sed.
Para él, la vida es de lecciones y aprendizajes. Sabe que en ocasiones se tiene la fortuna de estar en una posición, pero que de vez en cuando, los golpes de la vida llegan para enseñar y hacer crecer a las personas.
Y es que Bladi, no es cualquier muchacho sin educación. Durante su juventud, dejó su hogar familiar en Guasave, para ir a la ciudad de Los Mochis y continuar con sus estudios.
Ahí, inició sus estudios de la licenciatura en Derecho. Pero la vida, le tenía preparado otro futuro.
“Me fui a estudiar a CU en Los Mochis. Estudié hasta tercero de derecho y luego la economía se me puso difícil, así que me salí y cursé el tronco común de Contabilidad, pero también tuve qué salirme”, señala.
Sin embargo, la falta de solvencia económica no terminó con sus sueños de perseverancia.
Bladi se aventuró en busca de un mejor futuro. Dejó Los Mochis, y se vino a vivir a Culiacán.
Acá, la fortuna le sonrió. Consiguió trabajo en un llenado de agua purificada de uno de sus hermanos.
Él le abrió las puertas y la esperanza de una mejoría económica.
“Me vine a vivir a Culiacán hace 12 años. Me vine para trabajar con mi hermano en un llenado de agua y desde entonces estoy aquí”, reconoce.
Así, empezó a recorrer las calles del sector Barrancos, con un motocarro cargado de garrafones llenos de agua purificada. Este, es uno de los trabajos que le han traído más grandes satisfacciones y hasta la felicidad.
Así, un día de trabajo, a Bladimir le cambió la vida. Para su fortuna, conoció a una hermosa mujer, que le alegraría los días y se convertiría en su esposa.
Ahora, Bladi agradece por aquel día en que a su clienta se le terminó el agua purificada en su casa, porque al verse obligada a buscar un garrafón, llegó Bladimir con su característico buen ánimo y una sonrisa.
“Ese día, se les terminó el agua en la casa de los que ahora son mis suegros. Ellos eran mis clientes, y vecinos. Yo vivía en la casa de enfrente de la suya en Villas del Roble, pero no sabía que tenían una hija porque ella siempre estaba trabajando. Cuando la vi, me enamoré”, dice con esa risa nerviosa que caracteriza a los enamorados.
Y no solo eso, asegura que, al verla en ese instante se enamoró y fue correspondido; “Y sigo inmensamente enamorado de ella”, asegura.
A partir de ese momento, Tania se convirtió en el amor de su vida. Ahí, entendió la razón de muchas de sus decisiones y agradeció a Dios la bendición de encontrarla.
Ahora, Tania es su motivación para ponerse en pie cada mañana y salir a trabajar. La felicidad se le ve en el rostro. Eso lo ha hecho merecedor del cariño de la gente del sector.
La interacción con la gente, para Bladimir es un placer. Asegura que quizá, esa es la razón por la que desde hace 12 años se encuentra ejerciendo ese oficio.
Llevar agua casa por casa, no es tarea sencilla, pero cuando sabes que te recompensarán con una sonrisa o palabras de gratitud, todo cambia.
En Barrancos, Villa Verde, Centenario, Villas del Roble, Balcones del Valle, Miravalle y puntos intermedios todos conocen a Bladi.
Él les vende agua a la mayoría de la gente del sector y como dice, “Yo conozco a mucha gente y si no los conozco, ellos me conocen a mí y me echan grito. Bladi, un garrafón”.
Así es como Bladimir va entregando agua y recibiendo para sí, el cariño de la gente. Entregando agua encontró un buen oficio y una buena esposa. Con esta suerte su vida se purifica.
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