Ser agradecidos

Por: Víctor Pérez

Es de bien nacidos… Ser agradecidos

Pareciera ser que nuestra en sociedad, constantemente ronda un fantasma persistente, fuerte, pero, sobre todo arraigado en la conciencia de jóvenes y viejos, ricos y pobres, instruidos e ignorantes, me refiero al antivalor de la Ingratitud. Esta actitud ante el semejante, mina de manera importante las relaciones no solo interpersonales, sino también las de orden económico, social, cultural y por supuesto, las de orden político –siendo éstas las más visibles o perceptibles-

Por desgracia –y más para nosotros- la Gratitud o el Ser agradecidos –ya sea de manera actitudinal u oral, es una valor que pareciera estar en “vías de extinción”. Nuestras nuevas generaciones  creen o pareciera ser que están convencidas –porque así se les ha enseñado en sus hogares- que el éxito o los logros son exclusivamente el resultado de sus exclusivos y muy personales esfuerzos y no por el apoyo constante de muchas personas –ajenas aparentemente-, como lo son sus padres, maestros, familiares y demás personas-.

La Gratitud o el Ser agradecidos, no es una característica natural del ser humano, es una característica de orden social, es decir, es aprendida y por ende, practicada para ser parte constante del actuar de los individuos. En otras palabras, no basta solo pedir a nuestros hijos que expresen “las gracias”, es necesario también, que sus comportamientos y actitudes lo demuestren. Y esto es, parte del proceso formativo de los individuos.

Hay dos frases, que nuestra cultura popular ha exaltado para denunciar y a la vez, reforzar este antivalor de la Ingratitud. El primero reza lo siguiente: “Un padre puede mantener 11 hijos, pero 11 hijos no pueden mantener a un padre”; este dicho popular de brutal honestidad muestra la ingratitud de los hijos a quien o quienes fueron su principal o único apoyo o sostén, es decir el padre o la madre en el momento de mayor vulnerabilidad de su existencia.

Y la segunda frase, nos dice lo siguiente: “Es un tonto el que presta libros o discos, pero, es más tonto quien los regresa”. Esta frase nefasta nos expresa, no solamente exaltando la ingratitud por el préstamo –cosa que no está obligado el dueño del objeto-, sino que condena toda acción de honestidad y gratitud por revertirlo. Esto es lo más grave, pensar que los valores denigran o son de nula importancia.

La Gratitud es un valor que debe ser enseñado y aplicado en nuestra vida, es una expresión ligada de manera íntima a otros valores como: La Honestidad, la Honradez, la Veracidad, el Respeto, la Equidad, la Justicia y el Orden, por mencionar alguno de ellos. Es la expresión de un compromiso personal por vivir y ayudar a vivir en verdadera armonía social.

Y como siempre, agradecido infinitamente por la lectura de esta opinión. Hasta la próxima.

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