Desde los cinco años persigue su sueño detrás de un balón.
Por: Jacqueline Sánchez Osuna
Raúl Enrique Valenzuela Millán es un niño con un corazón lleno de ilusiones. Ama el futbol y disfruta ocupar sus horas en los entrenamientos para como él dice, “Llegar a ser un jugador profesional”.
Hace a penas unos días tuvo la oportunidad de ganar uno de los lugares para participar en el visoreo del Club de sus amores. El América.
Acompañado de su madre Bianca Berenice Millán viajó a la Ciudad de México y las puertas del Estadio Azteca se abrieron para que Raúl Enrique mostrara sus habilidades futbolísticas.
Esta se ha convertido en una gran experiencia para este pequeño navolatense. Sin duda es el camino hacia el éxito en el ámbito deportivo.
El pequeño Raúl Enrique, nació en medio del amor de sus padres Bianca Berenice y Manuel Antonio Valenzuela. Es estudiante de sexto grado de la Primaria Isabel Paredes viuda de Bátiz, en Sataya
Y es precisamente su padre, Manuel Antonio quien de cierto modo despertó ese amor por el fútbol en su pequeño hijo.
Lee también: Periódico Navolato Abril-2022Su madre, Bianca Berenice recuerda cómo es que desde que Raúl Enrique estaba en su vientre acompañaba a su esposo a los partidos de futbol y las careadas en las que participaba.
No fue sino hasta los cinco años de edad que el pequeño futbolista tuvo su primer acercamiento de manera formal con el balón.
“Me acuerdo que un día vi jugar a mi papá en el estadio y dije que quería hacer eso y desde entonces me llevaron a la escuela de futbol Pachuca-Tuneros de Navolato con el profe Kiki Araujo y ahí yo sigo en esa escuela y también pertenezco a la escuela Terranova 2010 allá en Culiacán”, dice con orgullo.
Así, desde los cinco años es que el pequeño futbolista ha visto su vida inmersa por el amor a este su deporte, y asegura, que su mayor sueño en la vida es llegar a ser jugador profesional.
Para lograrlo hace su mayor esfuerzo todos los días y participa con gran ánimo en los entrenamientos diarios y también en los partidos de fin de semana.
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Para Raúl Enrique ir a entrenar de lunes a viernes no es ningún sacrificio, pues incluso en sus ratos libres aprovecha el tiempo para hacer lo que más le gusta. Jugar futbol.
“Yo siempre estoy jugando futbol, cuando no estoy en los entrenamientos o partidos aprovecho el tiempo para jugar fut con mis amigos que vienen a buscarme, o en los videojuegos también juego fut. Hasta en los juegos que bajo en el celular estoy jugando fut. Ese deporte es mi vida. Yo quiero ser profesional”, dice.
A sus 12 añitos tiene una mentalidad muy clara. Sabe lo que quiere y lo mejor es que puede reconocer lo que necesita para seguir dando cada paso hacia su meta futbolística.
“Lo que tengo que hacer es seguir preparándome, dar lo mejor de mí y esforzarme cada día para lograr mis metas”, señala.
Reconoce que para poder lograr esa meta, además de su preparación física necesita desarrollar capacidades intelectuales, por lo que desea estudiar la carrera de ingeniero agrónomo como su padre.
“Mi papá es mi ejemplo en todas las cosas. En el amor por el futbol, pero también yo quiero estudiar para ser ingeniero agrónomo como él”, dice con una sonrisa y ese brillo en los ojos que refleja que en su padre ve su mejor ejemplo.
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Ahora con gran alegría comparte ese entusiasmo por tener una nueva oportunidad de ser seleccionado para formar parte de un club profesional.
En los próximos días, Raúl Enrique y su padre viajarán a Querétaro, en donde el pequeño delantero participará en un torneo para el que fue seleccionado.
“Siento mucha emoción porque me gusta mucho, ahora me toca ir a Querétaro y mi papá irá conmigo”, dice con ánimo.
Lo importante es que al ser un jugador que destaca tiene más de una oportunidad para seguir intentándolo. Sus padres sienten gran honra de tener un pequeño futbolista en casa. Sus dos hermanitas Rossmery y Bianca Vanessa forman parte de la alegría de la familia y motivación para ser un buen ejemplo para ellas.
En Navolato hay un niño futbolista, es Raúl Enrique el orgullo de El Zanjón, en la sindicatura de Sataya. Tiene metas claras y un pie veloz.