Me secuestraron 2 veces

Historia real de los ochentas

Por: AC --

Historia real de los ochentas.

Vivimos en un ambiente donde es necesario estar alerta SIEMPRE.

Hace dos años estaba trabajando y salimos a las 8 de la noche.

Mi compañero y yo nos despedimos.

 Al subirme al auto, poco antes de cerrar la puerta, se me acercaron 2 sujetos jóvenes preguntando algo y sacaron sus pistolas, me metieron a fuerza bajo el asiento delantero y me secuestraron.

Para no hacerles larga la historia, pude convencerlos que aceptaran un pago de 15,000 pesos de rescate, que se pudo reunir esa misma noche y me liberaron al amanecer.

Yo no puedo reconocer a los que me capturaron porque me vendaron. 

Ya se imaginarán las angustias que pasaron mi familia, y amigos, y lo que sufrí yo.

En mi vida lloré con tanta felicidad como cuándo llegué a mi casa y abracé a mi esposa, y a todos los que ahí estaban.

Esto fué un milagro: GRACIAS DIOS, que me dió una nueva vida. Sucedieron tantas cosas especiales que sólo las oraciones de muchas personas pudieron hacer esto posible.

Todas las pruebas difíciles nos dan nuevas gracias, y aunque sufrimos mucho, nos hizo valorar más la vida y querer más a nuestra gente.

Ahora de nuevo me descuidé:

Estuve trabajando con mi hermano. 

Salimos a las 8 de la noche. 

Esta vez los dos teníamos estacionados nuestros autos cerca uno del otro. 

En la esquina estaba un carrito de tacos, después la camioneta del taquero, luego mi carro, otro carro y enseguida el auto de mi hermano.

Caminamos por la calle, del lado del volante. 

Él me dejó en mi auto, abrí la puerta, mi hermano siguió adelante, y antes de cerrar mi puerta, se me acercaron dos personas, tratando de meterme a fuerzas. 

Creo que solo uno iba armado.

En instantes pasó por mi mente el secuestro anterior.

Pensé que en esta ocasión no correría con tan buena suerte, me imaginé meses de cautiverio y que al final perdería la vida.

Confieso que me dió MIEDO, y otra vez me sentí culpable de volver a hacer sufrir a quienes tanto quiero. 

El saber que mi hermano estaba cerquita, que ahí estaba el taquero y había otras personas, me dió valor y decidí oponerme como pude.

Ellos jalaban la puerta de mi lado; yo, por dentro no soltaba la agarradera, (hoy me dí cuenta que se quebró y me quedé con ella en la mano).

Pero al no poder los 2 meterme por mi lado, el que iba armado, se fué a la puerta derecha y me volteé a darle de patadas al de la puerta izquierda, evitando que se metiera o me empujara dentro.

Como que se alzaba la camisa y se buscaba un arma, pero al estar usando las dos manos contra mí, no sacó la pistola, pero comenzó a gritarle al otro: “dispárale”, “dispárale”.

No sé si rompió el cristal con su arma, o si disparó y la ventana derecha se hizo astillas.

El de la izquierda me había jalado un poco hacia fuera, creo que estaba en el filo del asiento, y de repente sentí un intenso calor en el costado izquierdo; instintivamente me cubrí con la mano derecha y sentí empapado el costado izquierdo.

De repente me dí cuenta que estaba sentado en la calle junto al auto.

Mi hermano les gritaba, corría a pedir ayuda, los dos delincuentes huyeron, como pude me senté en el asiento delantero del auto, sentía que el pulmón se llenaba de sangre y la respiración se me dificultaba.

Luego se acercó mi hermano, y le dije: “me dieron, llévame a un hospital”. 

Fué por su auto. 

Busqué la llave del mio, ya no estaba, el delincuente la había tomado, pero luego la tiró porque alguien se me acercó y me la dió. 

La pude meter.

Llegó mi hermano, ví muy difícil moverme a su camioneta, hice un poco atrás el respaldo del asiento derecho, me cambié, me senté, todo estaba lleno de vidrios rotos.

Subió mi hermano, y empezó a manejar, dándome ánimos: “Es solo un rozón”, “Vas muy bien”, “Aguantale”, “Veras que vamos a salir bien de ésto”.

Se fue bien rápido. Yo le pedía: “No vayas a chocar, por favor”. 

Estaba consciente, respiraba con dificultad, y pensaba que me rindiera el poquito aire…Sentía que me ahogaba, daba gracias a Dios por estar consciente.

Pedía perdón de mis pecados, rezaba, y concentraba mi esfuerzo en vivir. 

Esa misma mañana había ido con un sacerdote amigo mío, a confesarme, sin embargo, yo no me sentía en paz conmigo mismo.

Cuando llegué al hospital pedí que viniera de nuevo, estuvo conmigo y mi esposa, y nos habló como un padre, y me dió una gran paz, aunque también me dí cuenta de cuánta vida interior me faltaba y tenía ganas de estar más bien con Dios.

En algunas ocasiones había comentado con mi esposa, que la estaba preparando para que pudiera desenvolverse como viuda, en caso que yo faltara, y en el trayecto, le decía a Dios que era broma, que tenemos muchos hijos, y el más chico tiene solo 3 años.

Todavía les hago falta le decía a Dios, tratando de convencerlo que me dejara la vida.

Al fin llegamos a la clínica, cuando me pasaron a la camilla horizontal, sentí que me ahogaba. 

Luego me pusieron en una cama más sentado y pude respirar más poquito, cortaron la camisa, la ropa, me encontré en el quirófano, y a eso de la 1:00 am, desperté. 

Respiraba mucho mejor: Vivía. Dí Gracias a Dios.

Me dispararon por la espalda como a un metro de distancia. 

La bala calibre 9 milímetros entró por mi costado izquierdo, atrás de la axila y salió a un centímetro debajo de la tetilla izquierda, luego se incrustó en mi muslo izquierdo y se quedó alojada cerca de la rodilla por abajo.

El brazo por atrás tiene raspones de pólvora o vidrios.

Milagrosamente no tocó ni una costilla, pasó a 2 centímetros del corazón, y solo dañó el pulmón izquierdo. 

Estuve en la clínica varios días con una sonda (sello de agua) bombeando la sangre del pulmón, (salió más de 1 litro). 

Tuve una excelente atención.

El cirujano dice que se ha vuelto experto en baleados y conmigo lo comprobó. 

Además estuvieron siempre presentes, nuestro médico familiar y otros amigos médicos.

Estuve siempre atendido por dos buenísimas enfermeras y todo el personal de la clínica me atendió de maravilla, A TODOS ELLOS MUY ESPECIALMENTE LES DIGO: GRACIAS.

Mi esposa, mis hermanas, mi mamá, mi papá, mis hermanos, cuñadas, cuñados, mis suegros nunca me dejaron solo.

Aunque fué una Navidad diferente, para mí y para todos fué MUY FELIZ NAVIDAD…Sólo lloré y se me aflojó todo el cuerpo cuando al día siguiente, el 24 mi mujer me llevó a mis hijos.

¡¡Volverlos a ver!!.

Tuve muchas visitas, me decían quienes iban a desearme cosas buenas, algunas veces entraban, otras no se los permitieron. 

A los días a alguien se le ocurrió comenzar a llenar una lista, y en ella me basé para enviarles esta carta.

Siempre sentí una inmensa alegría con cada persona que sabía que estaba ahí afuera, o que había llamado por teléfono, y más todavía si habían pasado al cuarto y la había podido saludar. 

Qué bonito se siente verlos de nuevo, cuando podría haber sido mi funeral…

Me siento deveras muy honrado con su apoyo; fueron tantas las oraciones que hicieron para que saliera con vida, que quedé con una enorme deuda y siento una gran gratitud; no sé de qué manera poder corresponder.

Es tan halagador que dan ganas de presumir y decir los nombres. Con esa lista envíe esta carta y pido disculpas a los que por error u olvido no anotamos a quienes no les llegue.

Este cariño de todos es lo que no ha hecho seguir viviendo en esta ciudad. 

Aquí nacieron nuestros abuelos, mi padre, yo, mis hijos, aquí están nuestras raíces,.

Queremos vivir aquí, pero nos sentimos indefensos. 

Más todavía hace 2 años, en mi primer secuestro, ni siquiera pudimos apoyarnos en las autoridades. Aunque nunca supe quienes me secuestraron, era probable que o eran policías o habían sido. 

Es verdad que se ha hecho mucho, y que falta mucho más por hacer. 

En esta ocasión si acudimos a las autoridades a través del coordinador estatal de seguridad. 

Él y yo estudiamos juntos, somos amigos y sé que hará todo lo que esté de su parte.

Cuando la impunidad impera la sociedad se acaba.

No siento ningún rencor, ni odio contra estos secuestradores, ni contra los anteriores.

Y no sé si sean los mismos, aunque actuaron de modo similar.

Es difícil comprender cómo algunas personas son capaces de matar con el fin de obtener un beneficio económico. 

Que sean tan malos que hagan sufrir a tantos como nos han hecho sufrir a nosotros, y solo por ganar un dinero fácil.

Están dispuestos a dejar a una familia, sin padre o sin madre.

Quiero hacer una petición:

Que por favor en nuestras oraciones pidamos porque a estos delincuentes se les ablande el corazón y porque sus madres, esposas, sus hijos o alguien cercano a ellos pueda convencerlos para que no sigan actuando así.

También para que nuestras autoridades LOGREN REALMENTE terminar con esta VIOLENCIA.

Todos conocemos casos de personas muy cercanas, que han sido agredidas violentamente, a muchos nos ha tocado vivirlas, y sentir la impotencia ante la impunidad que gozan los agresores.

Hace unos años, una Navidad salí a comprar unas medicinas para uno de los niños, y me cayó una bala exactamente sobre la cabeza, donde iba manejando, con la gran suerte de que en ese preciso lugar iba un soporte de la lámina del techo que la detuvo.

Recuerdo que después de Año Nuevo los niños subían a las azoteas a ver cuantas balas juntaban.

Al contador de nuestra oficina, lo secuestraron, le quitaron las llaves de la oficina, se robaron la caja fuerte completita y con suerte lo soltaron todo golpeado en el monte.

A mi secretaria, la secuestraron al llegar a su casa, le robaron el auto y la dejaron abandonada y golpeada en el monte.

En nuestras oficinas en 2 ocasiones entraron un par de sujetos, con metralletas, y nos quitaron lo que llevábamos encima.

A mi casa en una ocasión entró una persona armada, a medio día y una de las sirvientas logró escaparse. 

Pidió ayuda a mi vecino y él y alguien más armados, lo capturaron ahí mismo.

La estrategia de muchos políticos es ignorar todo.

Incluso las policías y autoridades eran cómplices.

Hemos decidido colaborar con las autoridades. 

Todos en lo personal hemos protegido más nuestras casas y familias, pero en lo individual es difícil defenderse. 

El clamor popular y la GRAN DEMANDA A NUESTRAS AUTORIDADES, ES SEGURIDAD.

De nuevo muchas gracias, y disculpenme por hacerles pasar tantas angustias.

P.D. Dios quiera y esta carta nos sirva para los que podamos, hagamos más, y que a cada quien se nos vayan ocurriendo ideas para poner en práctica, en la medida de nuestra generosidad y capacidad.

 

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