¿Buenos? También seamos justos. Tomemos decisiones

Los líderes y lideresas de Culiacán están llamados a ser actores de su tiempo. A romper las inercias de una historia que no les es ajena. Tienen el Poder

Por: Francisco Cuamea

La justicia es la vía para la paz y necesita la retroalimentación constante de incentivos, como oportunidades, derechos, accesibilidad, movilidad... 

La justicia se trabaja, no es suficiente que esté escrita. En un concepto amplio que no se limita al Poder Judicial, la justicia es un valor social que se sostiene en un entramado institucional de regulaciones, leyes, autoridades… y prácticas.

Involucra, sobre todo, a los líderes y lideresas de la sociedad que tienen poder: político, empresarial, sindical, académico, educativo, sociedad civil y a toda aquella personas que ejerce su influencia en un grupo de personas.

Las cosas están muy complicadas hoy, sí, como lo estuvieron hace unos años y unas décadas y seguirán igual si seguimos haciendo lo mismo. 

La pregunta es, ¿Qué se hará distinto de hoy en adelante? ¿Quiénes tendrán la iniciativa de fomentar la cohesión social? ¿Reconoceremos nuestras prácticas erróneas? ¿Revisaremos nuestras prácticas para ser justos ahí donde no lo hemos sido?

Los líderes y lideresas de Culiacán están llamados a ser actores de su tiempo. A romper las inercias de una historia que no les es ajena. Tienen el Poder de convocatoria.

El devenir del proceso social

Los distintos episodios violentos del Siglo 21 son parte de procesos sociales. No existe la generación espontánea.

Entre otras, los procesos tienen causas que los retroalimentan y causas que lo contienen. Queda claro que para el problema de la violencia ha prevalecido la diversa retroalimentación negativa (uso el negativo en sentido técnico, no moral).

Ejemplo de ello es el apunte de la científica social, Ileana Padilla, cuando explica que colonias populares, fraccionamientos de interés social alejados y las rancherías cercanas a Culiacán son bases de operación para estos grupos delictivos, que supieron aprovechar los vacíos de autoridad y la exclusión social para consolidar su dominio. 

“Culiacán, con su historia de inequidades y conflictos sociales, ha sido un terreno propicio para el anclaje de la ilegalidad. En estos territorios, la falta de oportunidades y el olvido son el caldo de cultivo perfecto para que los grupos criminales compren simpatías y recluten jóvenes con promesas que trascienden lo económico”, describe.

El problema de al violencia puede resolverse. Ha sucedido en otros tiempos y sociedades, como Sicilia en su momento con Leoluca Orlando, como engrane. 

¿Por qué aquí no? 

¿Por qué no nos atrevemos a innovar? ¿Por qué nos cuesta tanto reunirnos con otras formas de pensar? 

¿Cuándo renunciamos a las grandes empresas? 

¿Cuándo comenzamos a trabajar en el resurgimiento de Culiacán, como una ciudad justa, innovadora y sostenible?

Esta ciudad puede diseñarse. 

¿O qué haremos en el tiempo que se nos ha dado?

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