La generación de riqueza de una ciudad, estado o país, está íntimamente ligada con la naturaleza. Depende de ella. Y el equilibrio está roto
Por: Francisco Cuamea
La violencia que vivimos hoy es consecuencia de procesos pasados que, como Estado, esto es, Gobierno y sociedad, dejamos crecer por no atenderlos a tiempo.
Pasa lo mismo en nuestra relación con el Planeta. Sabemos que el clima se volverá cada vez más agresivo, pero seguimos produciendo riqueza de manera extractiva y contaminante.
Vertemos fertilizantes a los mares, es más, el Gobierno federal los regala. Seguimos usando combustibles fósiles y con ello continuamos emitiendo carbono, lo que provoca el calentamiento de la temperatura. Seguimos tirando plástico y basura electrónica.
En fin, seguimos andando sin aprender nada, mientras la temperatura promedio de la superficie terrestre ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas debido al cambio climático.
Según datos de la NASA, en 2023, la temperatura global promedio fue aproximadamente 1.17 grados, más alta que el promedio de 1951-1980, lo que la convierte en el año más cálido registrado hasta la fecha.
Este incremento en la temperatura global, dice la institución de ciencia, tiene implicaciones serias para el Planeta, incluyendo el derretimiento de glaciares, aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos más frecuentes. Es esencial tomar medidas para mitigar el cambio climático y adaptarnos a sus efectos.
Sin naturaleza no hay riqueza
Primero. Hay que tener claridad de que no queremos de enemigo al Planeta. Como humanidad hemos prosperado hasta hoy porque el clima lo ha permitido, pero al paso que vamos, se nos pondrá en contra.
Segundo. Es cierto, cambiar de paradigma es responsabilidad de todos. Pero vamos por partes, porque esa responsabilidad tiene sus proporciones.
En el caso de los líderes empresariales de todos los giros, su responsabilidad es mayúscula porque, primero, tiene que ver con los modos que usamos para producir la riqueza.
Unas más que otras, consumen energía y agua. Producen desechos y carbono. La proveeduría para sus productos o servicios se extrae de la tierra, el bosque o la costa.
Al menos eso.
La generación de riqueza de una ciudad, estado o país, está íntimamente ligada con la naturaleza. Depende de ella. Y el equilibrio está roto.
“Los líderes con visión de futuro han relacionado la crisis con los medios de vida y la productividad de sus empleados. Entienden que salvaguardar los límites planetarios de la Tierra significa un futuro seguro y justo para todos nosotros, incluidos los humanos. Dado el tamaño y la escala del riesgo del sistema Tierra, es necesario trabajar más allá de los pioneros corporativos para generalizar la acción”, escriben Gill Einhorn y Johan Rockström, director del Instituto Potsdam, reconocido por su trabajo sobre los límites de la salud planetaria.
De acuerdo con ambos científicos, actualmente hay líderes empresariales de todo el mundo que están dando un paso adelante para abogar por normas más estrictas y realizar más inversiones para evitar la contaminación climática.
Las motivaciones son distintas, especifican, algunos lo hacen para evitar litigios futuros y otros para crear beneficios financieros, incluso hay quienes lo hacen por convicción.
“Se estima que los daños anuales globales serán de 38 billones de dólares cada año para 2050”, dicen. “Los daños son seis veces mayores que los costos de mitigación necesarios para limitar el calentamiento global a dos grados Celsius”.
¿Pero por qué no avanzamos más rápido? Einhorn y Rockström observan que aún hay inacción por miedo y que algunos están optando por permanecer en la negación, incentivados por las ganancias a corto plazo.
“Algunos están invirtiendo activamente en la desinformación y la información errónea sobre el clima para promover un statu quo que probablemente conduzca al colapso de nuestra civilización”, advierten.
Las empresas y sus líderes pueden empezar hoy a tomar medidas para mitigar su impacto en el Planeta. No tienen que esperar a que los cambios vengan de afuera.
Hoy nos lamentamos de la violencia, pero los niveles que vemos en estos días son consecuencia de lo que no hicimos en el pasado. Hoy cumplimos dos años en crisis hídrica que seguramente tendrá su impacto en la economía local.
¿Por ahorrar centavos nos gastaremos el planeta?
El costo de no hacer nada siempre resulta más alto. Ahí está la violencia como muestra.