Es jueza Civil de Navolato le fascinan los matrimonios y registros de nacimiento, pero su vocación es el servicio a los más necesitados.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Villa Juárez, Navolato.- Rosy Rodríguez es una mujer que nació para servir. Su trabajo profesional queda inscrito en la vida de muchas familias del municipio de Navolato, en los últimos 8 años ha casado a más de 2 mil 400 parejas. De su trabajo como jueza civil lo que más le gusta son los matrimonios y el registro de nacimientos. En ellos celebra la vida.
Rosa del Carmen Rodríguez Vega es hija de familias fundadoras de Villa Juárez, de la línea de migrantes que desalojaron del vaso de la presa Sanalona, durante su construcción. Afirma para Tus Buenas Noticias que su infancia de precariedad le llevó a trabajar desde niña ocupándose de ayudante en pequeñas tiendas de ropa y abarrotes. Y de sus trabajos de juventud cuenta que por muchos años fue “boletera” en la central camionera de Villa Juárez, donde conoció a miles de personas que todavía la recuerdan.
Tener una infancia con muchas necesidades, donde tenía que ayudar para la manutención de sus 7 hermanos menores, le sirvió para tener una gran sensibilidad humana para las necesidades ajenas. Pues Villa Juárez se ha formado de migrantes que vienen con muchas carencias a trabajar en los campos agrícolas.
En ese mundo se crio, y mientras trabajaba pudo estudiar la licenciatura en Trabajo Social. Por 10 años consecutivos trabajó en la agrícola Canelos o Campo Victoria, aplicando programas de atención a jornaleros.
En esos afanes andaba cuando en 2002 es electa Síndica de Villa Juárez, donde pudo hacer muchas gestiones en favor de los más necesitados. Recuerda que uno de los momentos trágicos que le tocó como autoridad fue enfrentar una de las más grandes inundaciones que ha tenido Villa Juárez, en cuyo fenómeno se vio sola con la gente porque no recibieron ayuda de las autoridades, y encaró sola el dolor de los habitantes que perdieron sus bienes.
Se define como una mujer servicial, y de eso tiene su recompensa en la vida: “vivimos en una tierra rica, en una tierra buena donde lo que se siembra se cosecha. Y no cabe duda que cuando tu semilla la cuidas da mucha abundancia, y ese ha sido mi mayor reconocimiento. Qué alegría cuando alguien te da las gracias por algo que tú les diste en el momento que más lo ocupaban.
Cuando estás en un lugar donde te pagan por hacer algo, esa es tu función; pero cuando das el extra, cuando das a las personas sin esperar nada a cambio, Dios teda mucho más”.
Entre sus experiencias de servicio a la comunidad, comenta que lo que más le duele es ver niños pequeños que nacen con una enfermedad o una discapacidad, siendo hijos de jornaleros agrícolas, “porque esas personas tienen pocas posibilidades de poder atenderlos con oportunidad”.
Y hoy que han pasado los años, le da mucho gusto que esos niños ya adultos la visitan para darle las gracias por la ayuda, o personas que ya no recuerda le agradecen que les haya ayudado dando atenciones o momentos de acompañamiento en condiciones difíciles.
Después de la responsabilidad como síndica de Villa Juárez, en otra de sus funciones, Rosy Rodríguez trabajó 3 años en el DIF de Navolato en el Departamento de Trabajo Social.
Ahora tiene una responsabilidad que le llena de orgullo y le da grandes satisfacciones. Como Jueza Civil de Navolato ha tenido la oportunidad de casar más de 300 parejas cada año, en 8 años de servicio está segura de haber unido en matrimonio a cuando menos 2 mil 400 parejas. Su nombre queda registrado en sus actas legales, pero afirma que lo que más le gusta es que su participación quede registrada en la experiencia matrimonial con sus palabas durante el enlace.
Comenta que no le gusta ser fría y cumplir el acta con el rigor seco, sino que hace un trabajo simbólico entregando unas velas encendidas que simbolizan la luz que iluminará el matrimonio para que su nuevo hogar no esté oscuro. “Me gusta darles un simbolismo para que la gente cuide su matrimonio. Porque mientras la familia no se una y se respete, tendremos sociedades que se destruyen. El matrimonio es un equipo de dos personas que debe estar bien consolidado, que tenga valores y amor a Dios”, dice con la experiencia de haber nacido en un hogar sólido y tener una familia consolidada con dos hijas adultas: Adilene y Arely.
Afirma con satisfacción que lo que más le encanta de su trabajo en el Registro Civil es casar a las parejas y registrar niños recién nacidos, porque ahí hay vida. También le gusta mucho registrar niños o personas ya crecidas que nunca han tenido un acta de nacimiento, un fenómeno muy común entre los migrantes de Villa Juárez y Navolato. Porque es darles identidad a las personas, es darles felicidad.
Y lo que menos le gusta de su oficio es divorciar y hacer actas de defunción. “Porque divorciar es separar algo que pudo ser mejor, y que lleva a las personas resentidas cuando firman. Y tampoco me gustan mucho las defunciones, porque estás despidiendo con dolor. Conmigo es así: se nace y se tiene una identidad; se muere y se tiene un acta de defunción”.
Ella sabe de dificultades y retos de vida desde su infancia. En los últimos años, con mucha gallardía ha superado dificultades como paciente oncológica y le da gracias a la vida por su recuperación.
Rosy Rodríguez se identifica como una Villajuarence de corazón, como una mujer de servicio. Le gustaría que los miles de matrimonios que firma asumieran el reto de sembrar siempre semillas de amor, de comunicación, de respeto, de perdón, de agradecimiento y tolerancia, para que Villa Juárez y Navolato se levantaran como una generación que hace el bien y como una sociedad más amorosa.
En el primer cuadro de Villa Juárez hay una mujer que ha casado a más de 2,400 parejas. Su firma está en sus actas, su mensaje está en sus corazones.
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