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14 Guardianas del Estero “El Conchalito” cuidan el callo de hacha

Las mujeres pertenecen a OPRE y protegen de la pesca furtiva a las especies que habitan en la Ensenada de La Paz.

23 junio, 2021
14 Guardianas del Estero “El Conchalito” cuidan el callo de hacha
14 Guardianas del Estero “El Conchalito” cuidan el callo de hacha

Las mujeres pertenecen a OPRE y protegen de la pesca furtiva a las especies que habitan en la Ensenada de La Paz

Con el objetivo de proteger el molusco bivalvo callo de hacha (Atrina maura), 14 mujeres de la comunidad “El Manglito” unieron voluntades en la zona del Estero “El Conchalito” en La Paz, Baja California, México.

El callo de hacha es una especie de molusco bivalvo que se encuentra en el fango costero, y es considerado como uno de los productos del mar más codiciados por su textura y sabor, de acuerdo con Animal Político.

Es tan grande su valor, que la pesca furtiva ha sobreexplotado el recurso. Por lo que María Dionicia, Martha, Verónica, Ruth, Guadalupe, Rosa María, Adriana, Claudia, Ana, Yadira, Graciela, Daniela, Erika y Sandra, decidieron organizarse para realizar rondas de vigilancia por tierra y evitar el saqueo a fin de restaurar el ciclo de vida del molusco, así como del estero donde se reproduce.

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Las guardianas del Estero “El Conchalito” pertenecer a la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE); una sociedad de producción rural constituida en 2016 por 15 cooperativas pesqueras y 20 pescadores libres, que obtuvo en septiembre de 2017 un título de concesión para la pesca comercial del callo de hacha entre otros productos.

La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) otorgó ese permiso a los pescadores de OPRE —todos del Barrio de El Manglito— después de que ellos se encargaran, desde el 2012, de proteger de la pesca furtiva a las especies que habitan en la Ensenada de La Paz.

“Cuando venían a robarnos, que era a todas horas, les hacíamos frente. A veces les ponchábamos las llantas de sus carros. Nos gritaban: ‘Vayan a su casa a lavar trastes, que andan haciendo aquí de mitoteras y chismosas’”, mencionó María Dionicia, a Animal Político, quien se ha dedicado a la pesca desde hace 36 años.

Sus esposos, hijos, amigos y vecinos del Barrio El Manglito llevaban tiempo tratando de controlar la pesca ilícita por mar, pero no podían recorrer los canales del manglar pues sus pangas se varaban con la vegetación. Fue entonces que ellas se hicieron cargo de la vigilancia por tierra.

Las mujeres se organizaron y se dividieron en dos grupos para cubrir los horarios de toda la jornada y con apoyo de la Marina, limpiaron la ensenada.

El trabajo de guardianas no ha sido fácil. “Nos pasaron cosas fuertes”, dice Verónica Méndez, quien relata que “una vez, uno de ellos sacó un cuchillo y se fue contra Martha, una de nuestras compañeras. Ella le dijo: ¡No tengo miedo, a mí no me asustas! ¡Vete!”, María Dionicia Avilés continúa el relato, “en otras ocasiones llamábamos a la policía y se iban, pero al poco tiempo regresaban. Pero nosotras nunca bajamos la guardia, eso fue lo que nos ayudó”.

Las familias que habitan en el barrio de El Manglito, por generaciones, han extraído productos del mar por buceo tipo hooka, es decir, por medio de un compresor a bordo de la lancha que provee de aire al buzo. También extraen los recursos mediante una motobomba de agua a presión que se usa para desenterrar los moluscos.

Artículo original en Mongabay Latam y citado por Animal Político.

Imagen: tomada de la fuente.


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