Probó la dieta del cristal y adelgazó su vida
Alaska Maldonado no se rinde, pues sabe que puede cambiar y está en el proceso para lograrlo, teniendo la meta que, si en otra vida se encuentra con su madre, pueda sentirse orgullosa de su hija. Ya no le interesa adelgazar en ese camino de muerte, sólo busca enriquecer su vida lejos de las drogas.
La idea de perder peso sin esfuerzo, es la tentación de muchas personas. Pero la dieta del cristal, es la más efectiva de todas. No solo ayuda a bajar kilos, también a adelgazar metas, sueños, familiares, el grupo de amigos, las finanzas, y todo lo que te rodea, para dejarte aislado del mundo. Esto fue lo que le pasó a Alaska Maldonado.
“Quizás el adicto como yo, tomamos y nos drogamos porque la vida o mi realidad me duele mucho y necesito fugarme. Cuando yo conozco el cristal, dejo todas las drogas y me caso con el cristal porque era la droga que más me fugaba”, confesó Alaska Maldonado.
¡Recibe las últimas noticias!
“¿No pasa nada?” se pregunta la asociación Malala Academia en relación a los efectos de las drogas en los jóvenes, en sus familias y en su ciudad. Y para mostrar la realidad de este mundo, nos comparte el testimonial número dieciocho de la serie.
Conoce su historia completa:
[/embed]
Con esta campaña de prevención, Malala Academia busca generar conciencia sobre el consumo de drogas, el daño que provoca, y todo lo que pierden las víctimas de las drogas.
De esta manera, exhorta a la sociedad, medios de comunicación e instituciones a sumarse para disminuir los niveles de drogadicción en México. Y tú, ¿crees que “No Pasa Nada”?.
No importa qué seas ni quien seas, la adicción ‘jala parejo’. Mientras cursaba el último año de la licenciatura de Psicología, Alaska recibió un consejo de amigas del trabajo, quienes le recomendaron una dieta para adelgazar y para pasarla bien, sin embargo, lo que adelgazó fue su expectativa y calidad de vida.
De este modo, la presión social aunado a la soledad que habitaba en su corazón, fueron los factores para que esta mujer se adentrara al infierno del cristal. Al grado que el peso no fue lo único que perdió, también dejó atrás sus sueños, metas, ilusiones y personas que la querían.
Bajo la idea de que “no pasa nada”, perdió a su mamá y se quedó sin nada. Y en lugar de buscar otra salida, se refugió aún más en el cristal y en los medicamentos controlados para “andar anestesiada”.
El efecto era fantasioso y la hacía olvidar su pesar, pero cuando éste terminaba, los arranques de ira para conseguir una dosis no tenían límites. “Prácticamente lo que me faltó fue matar”, confirmó Alaska.
Después de haber comparado su valor por unos tanques de cristal, de perder a su familia, y de convertirse en “una máquina que hace daño”; hoy se preocupa por intentar dar tiempo de calidad a las personas valiosas que la rodeaban, o bien, recuperar su confianza.
A pesar de comprender que las drogas no sólo le hicieron daño a ella sino a las personas con las que convivía, Alaska Maldonado no se rinde, pues sabe que puede cambiar y está en el proceso para lograrlo, teniendo la meta que, si en otra vida se encuentra con su madre, pueda sentirse orgullosa de su hija.
Ya no le interesa adelgazar en ese camino de muerte, sólo busca enriquecer su vida lejos de las drogas.