Ha elaborado las tortillas a los trabajadores del campo durante 53 años

No eran borrachos los primeros que llevaron una tortillería a Villa Juárez, es que el negocio no servía, había muy poca gente y todos preferían las tortillas hechas a mano, afirma Doña Mica al referirse cómo llegó en días de su juventud a Campo Gobierno, contratada como empleada de tortillería. No se imaginó que ese sería el negocio de su vida.

Micaela Benítez Millán, nació en la comunidad de Los Naranjos, a la orilla del río Tamazula, al oriente de Culiacán. Desde niña aprendió a ordeñar, a trabajar en el campo, y de empleada doméstica.

Llegó a Villa Juárez el 14 de agosto de 1967. Se instaló a la orilla de un dren en una casita de varas paradas y lámina negra de cartón que el patrón había rentando, sin agua y sin luz. Recuerda que tuvo que sacar a la intemperie una hornilla de tambor de lámina, porque dentro del cuarto el calor era simplemente insoportable.

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Recuerda Doña Mica que Villa Juárez en ese tiempo era “el puro ejidito de Las Cupías, lo demás eran campos de Tribolet, la escuelita de los agricultores, un callejón y un canalito que cruzaba el caserío”.

Cuenta que los primeros tortilleros que llegaron a Villa Juárez fracasaron. Sus adversarios decían que porque eran borrachos. Pero no fue por eso, afirma Doña Mica. “Es que el negocio no servía. El patrón que la llevó a instalar la tortillería de reemplazo creía que había un gran negocio en la tortillería, pero la gente no quería las tortillas de máquina porque decían que eran de olote”, comenta entre risas.

Recuerda que entre semana no había venta de tortillas, nadie las quería. Pero el domingo las mujeres y trabajadores empezaron a comprarlas con tal de descansar. Y luego les fue gustando la facilidad. “Y después, manos y máquinas te hacían falta para vender, pero sólo el domingo”, dice.

Cuando empezó a crecer la producción de hortalizas llegó gente de todas partes. El Campo Santa Natalia de los Tamayo, trajo los mejores consumidores de tortillas.

Doña Mica no estudió, es gente echada al trabajo y con buenos padres. Así se define.

A 3 años de conocer el negocio, en 1970 inició una tortillería por su cuenta con la renta de máquinas de la empresa Maseca, y posteriormente la Alianza de Tortilleros les dio un financiamiento. Así fue como habilitó la primera tortillería propia en Villa Juárez, ubicada frente a la Iglesia, donde todavía funciona.

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Micaela se casó en 1963 y el negocio le ha dado para alimentar a sus11 hijos; 7 varones y 4 mujeres. Todos salieron comerciantes, todos los varones tienen tortillería. Rodeada de plantas y con el canto de los pericos encuentra descanso en el patio de su casa.

La tortillería de Doña Mica, ubicada sobre la calle principal, es la preferida en el pueblo. Afirma que eso se debe a que el negocio está en casa, porque a ella le gusta “cuidar mucho la limpieza, que los fierros se laven, que la gente ande con tapabocas”. No cierra en horarios normales, dice que su orden es: “si hay cliente vamos a hacer más tortillas. Ya no soy yo, son los clientes”.

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Para Doña Mica pocos lugares hay en México de agricultura como Villa Juárez. “Al trabajador no le faltan chilitos, pepinos, tomates. Los que se van a trabajar a Culiacán no van a tener un pepino gratis”, dice entre risas.

Define al trabajo como una bendición. “Aquí en Villa Juárez mientras haya trabajo todos estamos con mucha felicidad”. A su avanzada edad Doña Mica sigue trabajando en la tortillería. El negocio no servía, pero no lo ha dejado desde 1967.

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