Para lograrlo se debe de conocer la historia del lugar, sus características y participación de voluntades

Restaurar un ecosistema consiste en la recuperación del mismo. Parece fácil, ¿cierto? Pero aunque consideres que plantar árboles en un terreno baldío basta, existen ocasiones que no es suficiente para contrarrestar el impacto ambiental ocasionado por la actividad humana.

Plantar árboles es una actividad que ha unido voluntades a lo largo de los años. Sin embargo, no debemos olvidar que un bosque no es un simple cultivo, sino un sistema complejo donde se dan multitud de interacciones entre sus elementos.

El suelo es un elemento que comúnmente pasa por desapercibido pero es más que un espacio físico que sirve de soporte a las plantas, ya que posee nutrientes y el agua que necesitan para vivir; además de albergar fauna y microorganismos.

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De esta manera, las actividades de restauración deben contemplar el estado de degradación del suelo y estar orientadas a recuperarlo si quieren tener más garantías de éxito.

Es así que no debemos perder el objetivo de la restauración: ¿qué queremos restaurar? Quizá sea complicado regresar al estado original, por lo que interesa en verdad recuperar son las especies y procesos que garanticen una continuidad.

Por tanto, al momento de restaurar un ecosistema debemos tener en cuenta los siguientes componentes, según la revista Muy Interesante:

• Historia del lugar: Qué elementos había, qué queremos conservar o recuperar; qué ha pasado.
• Territorio: características del clima, del suelo, la flora y fauna del lugar.
• Elemento social: Si se proveerá de algo a una población humana.
• Dinámica: ¿Cómo evolucionará en un futuro?

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Por lo anterior, te darás cuenta que la restauración de ecosistemas busca recuperar el equilibrio del hombre con su ambiente para remediar los estragos cometidos.

Como resume la Sociedad para la Restauración Ecológica en su declaración de principios: “La restauración ecológica es una herramienta fundamental para lograr la conservación de la biodiversidad, la mitigación y adaptación al cambio climático, la mejora de los servicios ambientales, el fomento del desarrollo socioeconómico sostenible y la mejora del bienestar y la salud humana. Se practica de forma local pero tiene implicaciones globales, pues se obtienen beneficios regionales y mundiales para la naturaleza y las personas”.

Con información de la revista Muy Interesante.

Imagen: ilustrativa