Efrén Hernández, el escritor leonés que vive en sus propios cuentos
Efrén Hernández, escritor autodidacta leonés, dejó un legado literario con obras como Tachas y Cerrazón sobre Nicómaco, reflejando su visión crítica y única del mundo
Por: Xiaoyi Chen
Efrén Hernández fue un escritor, dramaturgo, poeta y guionista leonés que entre sus principales obras se destacan el cuento “Tachas” escrito en 1928, la novela “Cerrazón sobre Nicómaco” publicado en 1946 y “La paloma, el sótano y la torre” en 1949.
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Camino hacia la escritura
Efrén nació el 1 de septiembre de 1904 en León, Guanajuato. Tras la pérdida de su padre, con tan solo 14 años, Efrén comenzó a trabajar en diversos empleos para ayudar en la casa, como dependiente en tienda de ropa, aprendiz de zapatero y platero, etc.
Comenzó su carrera de derecho en la Ciudad de México en 1925, sin embargo, no lo concluyó debido a su desencanto respecto a un título univeristario, pues menciona lo siguiente en su ficha autobiográfica:
“Quise dejar esos estudios, por haberme parecido vacío y sin meollo de sustancia verdadera, lo que ahí se aprende. De aquella experiencia aún conservo la impresión de que los espaldarazos de los títulos universitarios no son más que un fraude”.
Su situación económica fue precaria que le dificultaba escribir, no obstante, fue hasta que consiguió un trabajo en el gobierno que le ofrecía estabilidad económica, por ende en 1928 publica su cuento “Tachas” que lo introduce al mundo literario.
Posteriormente, en 1934 colabora con revistas literarias y fue subdirector de la revista “América”, junto con Marco Antonio Millán, director de la revista, dan visibilidad a autores como Juan Rulfo y Rosario Castellanos.
Así pues, produce más obras posteriormente, tales como “El señor de palo” en 1932 y la recopilación de sus cuentos en una obra titulada “Sus mejores cuentos” en 1956.
Destacado por un estilo personal
A comparación de los autores de su época que fueron influenciados por el naturalismo francés, así como el contexto social posrevolucionario de aquel entonces, Efrén tuvo su estilo único y personalizado de redacción.
Fue considerado uno de los principales representantes del cuento fantástico mexicano, aunque no perteneciera a ningún grupo literario.
Se solía reflejar en los personajes de sus cuentos, ya que se caracterizaban por humildes, solitarios, soñadores, algo maliciosos e irónicos y en continua divagación. Así como lo describió Octavio Paz cuando lo conoció en 1931:
“Detrás de los espejuelos acechaban unos ojos vivos, irónicos. Vestía como un escribiente de notaría (...) Era el personaje de sus cuentos: inteligente, tímido, reticente, perdido en circunloquios que desembocaban en paradojas, falsamente modesto, extravagante y, más que distraído, abstraído, girando en torno a una evidencia escondida, pero cuya aparición era inminente”.
Después de su fallecimiento (28 de enero de 1958), sus obras fueron aún más reconocidas por su estilo único, donde dentro de sus cuentos los personajes eran una descripción de él mismo.
El sello distintivo de su escritura influenciado por su vivencia y niñez, donde la mayor parte de su vida vivió en pobreza, escribió sin buscar la notoriedad y gracias a ello, lo llevó a ser destacado y reconocido como uno de los precursores del cuento fantástico mexicano.