Un poco de filosofía: Pienso luego existo
5 octubre, 2023
Por AC --
"Pienso, luego existo."
Más que una cita famosa de René Descartes sigue moldeando la forma de vida de la gente.
Y todo comenzó en el siglo XVII, cuando Descartes estaba inmerso en un ojo por ojo sobre el tema de la “duda radical”.
En ese momento, muchos filósofos creían que aprendemos ciertas verdades a través de sentidos como el tacto y la vista.
En ese momento, muchos filósofos creían que aprendemos ciertas verdades a través de sentidos como el tacto y la vista.
Descartes pensó que esto estaba mal: los sentidos engañaban.
Después de todo, una persona podría estar alucinando o soñando.
Los críticos de Descartes respondieron preguntando:
“Si los sentidos pueden ser tan engañosos, entonces ¿qué nos impide dudar de todo, incluida nuestra propia existencia?”
La respuesta de Descartes:
Cogito, ergo sum: “Pienso, luego existo”.
El hecho de que puedas dudar de tu propia existencia, dijo el filósofo, es una prueba de que existes.
Los fenómenos mentales, afirmó Descartes, no son parte de los sentidos.
Los fenómenos mentales, afirmó Descartes, no son parte de los sentidos.
No son del mundo físico en absoluto.
Más bien, la mente y el cuerpo son distintos, separados.
La conciencia y la mente no están hechas de materia física.
Este último argumento, llamado dualismo cartesiano, fue ampliamente adoptado por pensadores de todo Occidente y condujo a un florecimiento del pensamiento científico, particularmente en medicina.
Este último argumento, llamado dualismo cartesiano, fue ampliamente adoptado por pensadores de todo Occidente y condujo a un florecimiento del pensamiento científico, particularmente en medicina.
La separación formal de la 'mente' del 'cuerpo', permitió que la religión se ocupara de la 'mente' no corpórea, mientras que se cedía el dominio sobre el 'cuerpo' a la ciencia médica.
Este avance contribuyó a grandes avances en la medicina, pero también creó problemas.
Este avance contribuyó a grandes avances en la medicina, pero también creó problemas.
Por un lado, fomentó la opinión de que los problemas físicos y mentales están completamente separados, sin la capacidad de influirse entre sí.
A veces el cuerpo enferma a la mente.
Otras veces la mente enferma al cuerpo.
También promovió la sensación de que las experiencias mentales son menos legítimas que las físicas, lo que contribuyó a una cultura que a menudo estigmatiza los problemas de salud mental.
Resulta que cuando una sociedad entera separa la mente del cuerpo, corremos el riesgo de tratar los problemas de salud mental como menos “reales”, aunque pueden afectarnos tanto como cualquier hueso roto.