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Emigdio Montoya es “El Canijo” que se ha convertido en el rey de los cocos de Culiacán

Desde hace 30 años vende cocos en la esquina de Morelos y Ángel Flores, en el Centro histórico. Es un referente de emprendimiento sin escuela.

28 agosto, 2024
Emigdio Montoya es mejor conocido como El Canijo, y vende los deliciosos cocos en el Centro de Culiacán. Foto; Lino Ceballos.
Emigdio Montoya es mejor conocido como El Canijo, y vende los deliciosos cocos en el Centro de Culiacán. Foto; Lino Ceballos.

En pleno Centro de Culiacán, en la esquina de Ángel Flores y Morelos, un hombre de 58 años se ha convertido en un referente para todos en el lugar.

Emigdio Montoya Ruiz, conocido por todos como "El Canijo", no solo vende cocos; ha construido un legado de trabajo y esfuerzo que lo ha llevado a ser un ícono de Culiacán.

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Su historia es la de un hombre que, desde joven, decidió tomar las riendas de su vida y apostar por un futuro mejor para su familia, sin saber que con cada coco vendido estaba labrando un camino de soluciones domésticas.

"Yo empecé vendiendo cocos cuando tenía unos 24 años", dice Emigdio para Tus Buenas Noticias, recordando con una mezcla de nostalgia y orgullo sus primeros días en el negocio.


Un hombre dedicado al trabajo

"Trabajaba en el mercado Garmendia, pero no me veía ahí para siempre. Quería más. Mi papá también era vendedor, y recuerdo que a él no le iba tan mal. Decidí seguir sus pasos y me puse a vender cocos. La verdad es que no sabía mucho al principio, pero tenía ganas, y eso era lo más importante", dice con un tono reflexivo.


Ese espíritu emprendedor lo llevó a tomar decisiones difíciles. A una edad en la que muchos jóvenes apenas están descubriendo qué hacer con sus vidas, Emigdio ya estaba construyendo un futuro para él y su familia.

"Nunca fui bueno para estudiar", confiesa con cierta pena. "Terminé la secundaria y empecé la prepa, pero no me gustó. Entonces mis papás me dijeron que tenía que hacer algo, y me puse a trabajar. Era la única opción si quería salir adelante", confiesa.

Emigdio Montoya es
Emigdio Montoya es "El Canijo" que deleita a todos con sus cocos en el Centro.

La venta de cocos le ha permitido una vida plena para su familia

Con ese empuje, Emigdio transformó su pequeña venta de cocos en un negocio que ha sostenido a su familia por más de tres décadas.

"Tengo tres hijos, y con lo que gano aquí, los he sacado adelante. Hoy, gracias a Dios, uno es abogado, otro odontólogo y mi hija es enfermera. Me siento muy orgulloso de lo que hemos logrado juntos", comparte Emigdio.


Su voz se llena de emoción al hablar de sus hijos y en su mirada se refleja la satisfacción de ver realizados a sus retoños. Pero no fue fácil llegar hasta aquí.

Al principio, Emigdio tenía que ingeniárselas para hacer rendir el dinero. "Un día un amigo me dijo, ‘Vamos a vender cocos en una camioneta’. No teníamos ni herramientas para pelar los cocos, pero lo intentamos. Al final me di cuenta de que no salía para los dos, así que decidí hacerlo por mi cuenta".

"El Canijo" siempre está dispuesto para servir un rico coco.

Un inicio humilde le abrió nuevas oportunidades

"Fui a Coppel y saqué un triciclo a crédito. Con eso empecé a moverme por las colonias, vendiendo cocos. Luego compré una moto y el negocio empezó a crecer poco a poco", comparte su historia como un ejemplo de que no se necesita tenerlo todo para iniciar.


Con el tiempo, Emigdio fue perfeccionando su oferta. Escuchaba a sus clientes, aprendía de sus sugerencias y adaptaba su negocio a lo que pedían.

"La gente me iba diciendo, ‘¿No vende con camarón?’ Y así empecé. Hoy en día, el coco con camarón es uno de los más populares. Estos cocos cuestan 140 pesos, y te diré que hay días que vendo más con camarón que sin camarón", explica, satisfecho con la evolución de su negocio.

Pero más allá de los cocos y el camarón, lo que realmente distingue a Emigdio es su cercanía con la gente.

Emigdio siempre está dispuesto a atender a sus clientes en su puesto de cocos.
Emigdio siempre está dispuesto a atender a sus clientes en su puesto de cocos.

Su puesto, llamado "Cocos El Canijo", no es solo un lugar para comprar una bebida refrescante; es un punto de encuentro, donde los clientes se sienten como en casa.

"Le pusimos ‘Cocos El Canijo’ porque es una frase que se hizo común aquí. Los clientes llegaban y decían, ‘¿Cuánto es, canijo?’ o ‘Dame uno, canijo’. Y así se quedó. Ahora ya es parte de la identidad del negocio", cuenta con una sonrisa.

Un ejemplo de perseverancia y dedicación

El día a día de Emigdio está lleno de rutinas que ha seguido fielmente durante años. De lunes a sábado, lo encontrarás en su esquina desde la 1:30 pm hasta las 7 de la noche.

"Los trabajadores del mercado y del sector son mis mejores clientes. Se comen un coco y ya es como una comida completa para el día," dice, señalando la importancia de sus productos en la vida de muchos.

A pesar de que el tiempo ha pasado, Emigdio sigue siendo el mismo joven emprendedor que un día decidió vender cocos.

Su historia es una prueba de que no importa lo difícil que sea el camino, con trabajo duro y dedicación se pueden lograr grandes cosas. "Ya me tocará descansar", reflexiona.

"Pero aquí le voy a dar hasta donde pueda. Pienso que he cumplido mis logros, mis metas. Mis hijos ya tienen sus estudios y sus trabajos. Y eso es lo que más me llena de satisfacción", dice con una sonrisa.

Con cada coco que vende, Emigdio no solo alimenta a sus clientes; les ofrece un pedazo de su vida, de su lucha y de su triunfo.

Y aunque algún día se retire, su legado seguirá vivo en cada esquina de Culiacán, donde otros jóvenes emprendedores podrán inspirarse en su historia para seguir sus propios sueños, tal como él lo hizo, porque "Coco bien partido, es coco bien servido".

Reconoce que no tuvo carácter para la escuela, pero no le faltó coco para los negocios.

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