La estilista Rocío Ramos es un ejemplo de esfuerzo y pasión en Santa Fe, Culiacán
Roció, quien aprendió a cortar el cabello a los ocho años, da muestras de su arte con las tijeras en Santa Fe, Culiacán
En el corazón de Santa Fe, en Culiacán, una mujer de 47 años encarna el ejemplo vivo de lucha y perseverancia. Rocío del Carmen Ramos Ramírez, podóloga desde hace nueve años y dueña de la "Estética Rocío", comenzó su historia de éxito a los ocho años, impulsada por una necesidad que transformó en oportunidad.
Rocío creció en la colonia Guadalupe Victoria, donde aprendió el valor del esfuerzo gracias a las enseñanzas de su madre. Cada sábado, recibía una asignación para sus gastos escolares, pero un día decidió gastarlo en una fiesta sorpresa para una amiga.
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Cuando su madre le negó más dinero para tareas escolares, Rocío, en un gesto de rebeldía, prometió no pedir nunca más. Ese fue el comienzo de su búsqueda de independencia económica.
Aprendizaje del estilismo
Su destino cambió al observar la estética de Rosy, en la calle trasera de su casa. Durante dos semanas, estudió cada movimiento de la estilista y devoró los libros de cortes. “Mirando y leyendo, a las dos semanas me sentía una profesional en el corte”, recuerda y ríe.
Con una mezcla de osadía y determinación, Rocío comenzó a cortar cabello en la banqueta de su casa. Su primer cliente pagó diez pesos, y su buen trabajo trajo más clientes. Sin equipo especializado, usó una silla del comedor y sus primeras tijeras, adquiridas con el dinero que juntó vendiendo tareas a sus compañeros.
“No tenía ni capa ni nada. En una silla del comedor que sacaba, ahí les cortaba el cabello”, recuerda.
El talento de Rocío no tardó en florecer. A los 13 años, obtuvo su primer certificado de estilista y al mismo tiempo daba forma a su estética.
Su espíritu inquieto la llevó a un curso en España cuando solo tenía 14 años. A pesar de las dificultades de ser menor de edad, convenció a su madre para viajar, y durante dos años estudió color y enseñó estilismo en Europa, mientras su salón en Culiacán seguía operando.
A los 22 años de edad se estableció en Santa Fe, ahí diversificó sus servicios. “A mi siempre me fascinó el estilismo y arreglar los pies, el pedicure normal, pero empezó a bajar mi clientela de pedicure porque me decían que no sabía hacer podológicos. Y yo les decía: ¿y eso que es?”.
Pero lo entendió y durante tres años estudió diplomados y cursos, perfeccionando su conocimiento en el manejo de heridas y enfermedades relacionadas con los pies. Hoy, su negocio combina la estética y la podología, con servicios de cortes, tintes, faciales y tratamientos detallados.
Rocío no solo es un ejemplo de lucha personal, sino también de compromiso con su comunidad. Su segunda sucursal, atendida por su hermano, refleja el impacto de su esfuerzo y su capacidad de inspirar a otros. Su jornada laboral, de 8 de la mañana a 8 de la noche, es un testimonio de su dedicación.
Con un hijo de 16 años, Maximiliano, a quien describe como estudioso y colaborativo en casa, Rocío es el claro reflejo de cómo la constancia, el aprendizaje y la pasión pueden transformar vidas.
Desde aquella niña de las tijeras en la banqueta hasta la empresaria multifacética que es hoy, su historia sigue inspirando a quienes buscan convertir los retos en oportunidades. La infancia es determinante para forjar la personalidad y los retos de la etapa. Unas tijeras y mucha voluntad te cambian la vida.