De Imala a Los Ángeles: Gabriela y su mamá luchan por seguir adelante en Culiacán
La crisis de seguridad obligó a Gabriela Verdugo y a su mamá a empezar de nuevo con su negocio de snacks en Culiacán
La vida de Gabriela Verdugo y su mamá, Alejandra Llanes, cambió drásticamente hace algunos meses. Originarias de Imala, un pintoresco poblado en las afueras de Culiacán, ambas mujeres eran conocidas en la comunidad por su puesto de antojitos, Snacks Gaby, que había sido un negocio familiar con más de 30 años de historia.
Sin embargo, la creciente inseguridad en la región, que se intensificó a partir del 9 de septiembre, obligó a estas emprendedoras a tomar una difícil decisión: cerrar su establecimiento en Imala y empezar de nuevo en el fraccionamiento Los Ángeles.
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“El cierre de nuestro negocio en Imala fue una necesidad. La gente dejó de ir por miedo, y nosotros no teníamos más opción que reubicarnos y buscar un nuevo comienzo”, relata Gabriela.
Enfrentan el reto con optimismo
A sus 32 años y con una actitud optimista, Gaby ha decidido tomar las riendas de la situación, acompañada de su mamá, quien también tiene décadas de experiencia en el comercio.
Hace poco menos de un mes, madre e hija decidieron instalarse juntas en el Parque Monrovia de Kimmor, conocido como Parque Segundo, un espacio común en el corazón del fraccionamiento Los Ángeles.
Desde entonces, ambas venden los mismos antojitos que ofrecían en Imala: cevichurros, esquites, raspados, cocos preparados y fresas con crema.
“Aquí estamos, empezando de cero, pero con la esperanza de que las cosas mejoren. Sabemos que el camino no es fácil, pero tenemos que seguir adelante”, comenta Gabriela mientras atiende a un cliente con una sonrisa en el rostro.
Actitud resiliente frente a la adversidad
A pesar de la incertidumbre que enfrentan, ambas mantienen una actitud resiliente, pues el comercio está en su ADN.
Su padre, por ejemplo, vendía carne asada en Imala, pero también tuvo que buscar nuevas oportunidades debido a la situación. La familia, unida por el trabajo y el esfuerzo, se apoya mutuamente para seguir adelante.
El nuevo reto que enfrenta Gabriela tiene una particularidad: está esperando a su primer hijo. Con seis meses de embarazo, la joven emprendedora asegura que su bebé será un “buen compañero” para enfrentar este nuevo capítulo.
“Yo confío en que mi hijo traerá torta bajo el brazo. La vida nos ha dado muchos retos, pero lo importante es no rendirse”, afirma Gabriela con determinación.
Aunque las circunstancias no han sido fáciles, Gabriela y Alejandra se han propuesto recuperar lo perdido, atraer a los clientes del fraccionamiento y generar nuevos lazos de amistad y confianza.
El horario de trabajo va de miércoles a domingo, desde la una de la tarde hasta las ocho de la noche.
A pesar de los cambios forzados, ambas mujeres se mantienen firmes en su propósito: seguir ofreciendo sus deliciosos antojitos, no solo como una fuente de ingreso, sino como una forma de contribuir al bienestar de su familia y comunidad.
La historia de Gabriela y Alejandra es un ejemplo de fortaleza, resiliencia y trabajo en equipo, un testimonio de que, incluso en tiempos difíciles, siempre hay un camino para seguir adelante.
No perder el entusiasmo, seguir con entereza y darle mejor educación a su hijo es la esperanza que la mueve para afianzar un futuro más pacífico.