Con atole, avena y chocolate, Lupita endulza el invierno de Culiacán, a sus 68 años suma sabor y experiencia
María Guadalupe Hernández Esquer nos enseña que siempre hay formas de salir adelante con alegría y esfuerzo. Actualmente, vende atole, avena y chocolate calientito
Culiacán, Sinaloa.- A sus 68 años, María Guadalupe Hernández Esquer, mejor conocida como Lupita, es un ejemplo de fortaleza y amor por el trabajo. Para empezar un buen día, ella pone el atole y chocolate caliente.
Lupita endulza las mañanas con atole, avena y chocolate
Desde muy temprano, en la cochera de su casa ubicada sobre el bulevar Agricultores, en la colonia Vista Hermosa, se dedica a vender atole, avena y chocolate calientito, convirtiendo las frías mañanas de Culiacán en un cálido encuentro con sus clientes.
Lupita recuerda con cariño los años que dedicó a su familia, atendiendo el hogar y criando a sus hijos con el apoyo incondicional de su esposo.
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Sin embargo, cuando él falleció, tuvo que replantearse su vida. “Para sacar un ingreso y no quedarme sin hacer nada, trabajé en un abarrote por dos años. Después decidí que era momento de ser mi propia jefa”, relató la admirable mujer.
Con determinación, inició un pequeño negocio de comida, ofreciendo pozole, birria y menudo los fines de semana. Sus clientes acudían fielmente a su hogar, atraídos por la calidad y el sabor de sus platillos mexicanos.
La difícil situación que se vive desde el pasado mes de septiembre en Culiacán la llevó a replantear su emprendimiento.
Ante la llegada del invierno, Lupita encontró una nueva oportunidad en la venta de bebidas calientes. Desde las seis de la mañana, prepara con dedicación atole, avena y chocolate, acompañados de galletas o pan que también ofrece. “Pensé: si no lo vendo, no lo comemos”, comentó entre risas.
Para Hernández Esquer, su negocio no solo representa una fuente de ingresos, sino una forma de mantenerse activa. En ocasiones, también organiza un bazar de ropa de segunda mano, combinando sus labores del hogar con sus actividades comerciales.
“Mientras Dios me dé salud, seguiré trabajando. No me gusta estar sin hacer nada. Es mi mejor terapia ocupacional”, aseguró con entusiasmo. Para ella, la clave de todo negocio está en ofrecer una atención de calidad. “El buen trato genera confianza y hace que los clientes regresen. Eso me llena de satisfacción”, añadió.
Con una sonrisa y su espíritu incansable, Lupita comparte un mensaje inspirador: “Trabajo sobra; quien no trabaja es porque no quiere. Hace más el que quiere, que el que puede”.
En un mundo donde muchos se rinden ante las dificultades, Lupita demuestra que la resiliencia y las ganas de salir adelante no tienen edad. Su historia nos recuerda que siempre es posible encontrar nuevas formas de enfrentar los desafíos con valentía y alegría.