¡De góndola en góndola! La inspiradora historia de Alfredo Beltrán Gallardo, un hombre que acarreó su futuro al volante
A sus 72 años, Alfredo Beltrán Gallardo sigue siendo un ejemplo de esfuerzo y dedicación. Su vida ha estado marcada por su incansable trabajo al volante de camiones de volteo, donde ha dejado huella en la industria de la construcción
Culiacán, Sinaloa.- A sus 72 años, Alfredo Beltrán Gallardo es un hombre cuya vida ha estado marcada por la ruta, el volante y el motor de su camión de volteo, una pasión que comenzó hace más de cinco décadas. Desde que se subió por primera vez a una góndola, su jornada diaria ha estado guiada por el deseo de brindar un servicio de calidad y contribuir al crecimiento de la ciudad.
Alfredo es referente de esfuerzo y dedicación
Su historia inicia con un destino incierto pero lleno de determinación. En 1968, la empresa para la que trabajaba lo envió como chofer de camión de volteo a Veracruz, y aunque su trayecto laboral lo llevó a distintas ciudades, siempre estuvo claro que su regreso a Culiacán sería definitivo.
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En ese momento, el nacimiento de su primogénita marcó el cambio, ya que decidió quedarse cerca de su familia y forjar su futuro junto a ellos. Con el paso de los años, Alfredo Beltrán Gallardo fue testigo de la evolución de la industria de la construcción en la región.
En 1974, se unió al equipo encargado de construir el primer fraccionamiento en la sindicatura de Costa Rica, que lleva el nombre del luchador social y fundador del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Juan de Dios Bátiz.
Además, Beltrán Gallardo amplió su labor como operador de camiones, trabajando en rutas locales y estatales, lo que le permitió seguir contribuyendo al desarrollo de la infraestructura regional.
La industria de la construcción se convirtió en su entorno natural, y su labor como operador de camiones de volteo fue consolidándose con el tiempo. Alfredo encontró en este oficio su verdadera vocación. Su experiencia y dedicación le han permitido destacarse en este campo a lo largo de los años.
En 1990, con mucho esfuerzo y ahorro, Alfredo compró su propia góndola, dando inicio a una etapa en la que pudo ofrecer sus servicios de forma independiente.
"Fue un gran paso, pero lo hice con la convicción de que este tipo de transporte es importante para mover materiales de construcción de manera eficiente y segura", comentó con orgullo.
A pesar de los retos del camino, como el alto costo de combustible, Beltrán Gallardo logró establecerse en un lugar estratégico, desde donde ha servido con dedicación a la comunidad durante más de 30 años.
Durante años, Alfredo ha sido uno de los gondoleros pioneros que se establecen sobre la Calzada Heroico Colegio Militar, a la altura de la colonia Las Huertas en el sur de Culiacán, donde ofrece sus servicios de acarreo y fletes, principalmente de material para la construcción como arena, grava y derivados.
A lo largo de su carrera, Alfredo ha brindado soluciones eficaces y oportunas a sus clientes, quienes lo consideran un referente en el servicio de transporte de materiales pesados.
"Tengo clientes de años a los cuales agradezco su apoyo. Siento que he hecho un trabajo bien hecho, y eso me llena de satisfacción. Muchos de ellos regresan o me recomiendan con familiares y amigos", relató.
Aunque el trabajo como gondolero no lo ha hecho millonario, Alfredo siente que ha dado lo mejor de sí mismo, y su mayor recompensa ha sido poder ofrecer un mejor futuro a su familia, quienes han podido acceder a estudios gracias al esfuerzo de su padre.
"La educación es la mejor herencia que uno puede dejarles a sus hijos", expresó con emoción el adulto mayor.
Sin embargo, Alfredo es consciente de que el tiempo y las fuerzas físicas no son los mismos. Después de más de tres décadas de trabajo al volante, ha comenzado a considerar la posibilidad de retirarse de esta exigente labor.
"Sé que ya no puedo seguir haciéndolo por mucho tiempo, pero no dejaré de trabajar. Lo que me mantiene vivo es el trabajo, solo que buscaré algo que no requiera tanto esfuerzo físico", dijo con una sonrisa. De hecho, ya tiene planes para comenzar un nuevo proyecto: vender lácteos en su camioneta.
El legado de Beltrán Gallardo no solo radica en su arduo trabajo, sino también en su resiliencia y en la importancia que le ha dado a la familia.
Con su góndola, ha sido un pilar para la industria de la construcción local, y aunque pronto pase el timón a su hijo, Alfredo está convencido de que su trabajo ha sido una inversión que ha valido la pena.
Además a lo largo de su vida, el vecino de la colonia 21 de Marzo ha demostrado que el verdadero valor de un hombre no se mide por las riquezas que acumula, sino por el esfuerzo y la dedicación con los que forja su camino.
Su historia es un testimonio de que la pasión, el trabajo honesto y la constancia son los pilares de una vida plena y significativa.
A sus 72 años, Alfredo continúa siendo un ejemplo de fortaleza, sabiduría y amor por su familia, enseñándonos que nunca es tarde para reinventarse y seguir persiguiendo sueños, sin importar las adversidades.
Aunque el volante de su góndola pronto pase a manos de su hijo, Beltrán Gallardo sigue siendo el motor de una vida construida con sacrificio y esperanza, convencido de que, al final, lo que verdaderamente perdura son los valores que transmitimos a las nuevas generaciones.
"Lo más importante en la vida es ser feliz y tener paz sabiendo que uno hizo todo por su familia", reflexiona el admirable hombre con una sonrisa tranquila.
Alfredo convirtió su pasión en legado y éxito
Alfredo Beltrán Gallardo, con su incansable espíritu y su corazón lleno de amor, nos recuerda que no importa la edad ni los cambios, lo que define nuestra vida es la pasión con la que la vivimos.
Y mientras haya un camino por recorrer, él seguirá adelante, sabiendo que, al final del día, lo más importante es seguir en marcha.
“El volante ha sido mi vida, pero siempre he dirigido mis pensamientos hacia el bienestar de mi familia. Eso es lo más importante para mí", concluyó Alfredo, quien en su mente y en su corazón, el volante sigue siendo el motor que lo impulsa, y su historia sigue rodando, con la misma pasión y determinación del primer día.