En La Palma, Rosario Luna es la mujer que vence sus temores y hace de los tamales su emprendimiento
Con la receta de su mamá, Rosario prepara sus tamales y aporta para la economía de su hogar.
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Hace un año y dos meses Rosario Luna Avilés decidió emprender con "Tamales Los Elis", un negocio que lleva el nombre de sus hijos, Elieser y Eliazar. Aunque toda su vida ha hecho tamales, fue hasta ahora que se animó a venderlos.
"Mi mamá, Guadalupe Avilés Yáñez, 'La Prieta', fue quien me enseñó. Ella es muy conocida aquí en La Palma, y de verla, aprendí. Me pasó la receta, y después me enseñé yo sola", cuenta Rosario con una sonrisa para Tus Buenas Noticias.
Un reto que enfrentar

No todo fue sencillo al inicio. Su madre tenía su manera de hacer los tamales y cuando Rosario quiso innovar, la dejó sola en el proceso.
"Yo los hacía más delgaditos y ella más gorditos. Un día le dije: 'Amá, así no van', y ella me contestó: '¡Ya no te ayudo nada!'. Y sí, duró como tres meses sin ayudarme con un tamal de elote", recuerda entre risas.
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Gran variedad y sabor
Rosario elabora los tamales más tradicionales:
- puerco,
- picadillo,
- rajas,
- Philadelphia y
- elote.
Sin embargo, este último, según su experiencia es el más complicado de hacer.
"Hay que darle el punto exacto a la masa y no te tiene que estar viendo nadie. Son muy celosos, si alguien anda de mitotero, se echan a perder", asegura.
Los favoritos de todos

En La Palma, los tamales de elote son los más vendidos cuando el elote es escaso. "Cuando hay mucho, la gente prefiere el de puerco, porque aquí todos pueden ir a cortar sus elotes y hacer sus tamales. Pero ninguno como los míos", dice con orgullo.
Al principio, Rosario sentía pena y temor de salir a vender. "Pensaba: '¿Y si no les gustan?' Pero sí gustaron. Hoy ya es más normal que salga con mi hielera. La primera vez me daba miedo, pero mi esposo me motivó y me dijo que tenía que perderlo", dice.
Ahora, Rosario vende sus tamales en la Avenida Defensa Nacional, a la entrada de La Palma.
"Los hago y los vendo yo sola, es lo más difícil, pero también lo más bonito. Ya soy emprendedora", dice con una voz cargada de orgullo.
Con cada tamal, Rosario no solo comparte un bocado delicioso, sino también una historia de esfuerzo, tradición y valentía. "El que quiera azul celeste, que le cueste", dice entre carcajadas, lista para seguir amasando su camino al éxito.