Antonio Izabal López, dejó su trabajo como fitosanitario para ser empresario cacahuatero en Culiacán
La cacahuatería San Román es un legado de trabajo y esfuerzo para la familia Izabal González en Culiacán.

Antonio Izabal López, mejor conocido como Don Toño, es originario de Eldorado. Su vida es ejemplo de constancia y sacrificio, así como la decisión de emprender sin miedo.
Actualmente, se dedica al negocio de los cacahuates, un giro que comenzó junto a su esposa Graciela González, y que con el tiempo se ha convertido en una tradición familiar. "Nosotros teníamos un negocio de lavado automotriz", recuerda Don Toño con nostalgia.
¡Recibe las últimas noticias!
Un emprendimiento en familia

"El negocio nos daba tiempo y la que empezó con la idea de los cacahuates fue mi señora Graciela. Ella vio que un señor vendía cacahuates en el lugar, pero se fue, y durante tres años no tuvimos venta de nada. Entonces ella me dijo: '¿Por qué no ponemos cacahuates?' Así empezó todo", comenta con una sonrisa de satisfacción para Tus Buenas Noticias.
Don Toño, que al principio no sabía nada de tostar cacahuates, aprendió rápidamente gracias a su esposa, quien, con su habilidad natural para la cocina, le mostró cómo lograr el punto exacto de tostado.
"Ella es lírica", dice él con cariño, destacando el talento de Graciela. Y aunque él no tenía experiencia en este oficio, pronto se fue involucrando más en el proceso, a pesar de lo pesado que puede llegar a ser.
Toda una tradición en Culiacán
"Es un negocio noble, pero pesado, aquí cargamos costales, llenamos el tambo, prendemos fuego. Todo eso es parte del trabajo", explica con detenimiento su proceso.
En 1994, hace 29 años, abrieron su primera sucursal en Cañadas, frente al Seguro Social, en la calle Pascual Orozco.
"Empezamos allí, y después, hace más de 20 años, mi esposa y mi hijo Román abrieron en Barrancos", dice orgulloso.
Un negocio que inició en casa

En Barrancos, el negocio se estableció en su propia casa, muy cerca de la esquina de Benjamín Hill con Aztlán, lo que le dio un toque más personal al emprendimiento.
"En Barrancos, donde se encuentra la Cacahuatería San Román, fue nuestra casa antes de ser el negocio. Mi hijo Román fue quien lo empezó a llevar. Ahora, la matriz sigue en Cañadas, pero Barrancos tiene su propia historia", comenta Don Toño, quien siempre ha visto a este negocio como algo que se pasa de generación en generación.
"A Román le pusimos su nombre al negocio, como se acostumbraba, para dejarles algo a los hijos. Les doy instrumentos para que se abran camino con trabajo honesto", reflexiona.
Un esfuerzo familiar
El negocio ha crecido, pero sigue siendo un esfuerzo familiar. Los hijos de Don Toño, incluidos sus nueras y nietos, ayudan en cada sucursal.
"Mi hijo Román, mi nuera Rosaura y mis nietos trabajan en la sucursal de Barrancos. En Cañadas trabajamos mi esposa, yo, y dos de mis nietos. Y en diciembre, los demás nietos vienen a ayudarme", explica.
A sus 72 años, Don Toño sigue al pie del cañón. "Estoy viejo, pero no me quiero dejar. Aquí estamos, trabajando y disfrutando lo que hacemos", dice entre risas.
El negocio de los cacahuates, que comenzó de forma humilde, se ha convertido en una tradición en la familia Izabal González.
"Es un negocio sencillo, pero nos da mucho. No te hace rico, pero sí te mantiene activo", dice Don Toño.
"Y lo mejor es que en diciembre, todos mis hijos y nietos vienen a ayudarme. Es muy reconfortante que estén aquí, y siento que eso es lo que mantiene viva la esencia de lo que construimos".
Algunos retos para el negocio del cacahuate

No todo ha sido fácil para Don Toño. El negocio enfrenta retos importantes, como la dependencia de la temporada de cacahuate. "El cacahuate se produce en lugares como Mocorito, Cerro Agudo, y el Tule, y tenemos que ir cada semana a traerlo", explica.
Para la temporada alta, como diciembre y enero, Don Toño y su familia preparan bolsas más grandes, con precios que van desde los 10 hasta los 100 pesos. "A veces vendemos hasta bolsas de 3 y 5 kilos", dice orgulloso de la calidad y popularidad de sus productos.
La jubilación le permite enfocarse en su negocio
La jubilación de Don Toño, después de una larga carrera en el sector público, le ha dado tiempo para enfocarse en su negocio y en la familia.
"Trabajé 12 años en la Inspección Fitosanitaria y también en la CFE durante 14 años. Fue un trabajo pesado, pero ahora estoy contento de poder disfrutar de mi negocio con mi familia", menciona. Y aunque ya no tiene que levantarse temprano todos los días, sigue siendo el pilar que mantiene unido el negocio.
Don Toño tiene claro que lo más importante es el legado que ha construido, no solo en su negocio, sino en su familia.
"He tenido una vida plena, trabajando con mis hijos, y ahora mis nietos también me ayudan. Eso me da paz y me hace sentir que algo bueno hemos hecho", concluye con una sonrisa.
El negocio de la Cacahuatería San Román es más que un simple comercio; es un reflejo del esfuerzo, dedicación y amor familiar de Don Toño y su familia. Cada cacahuate tostado es una muestra de años de trabajo, pero sobre todo, de una vida llena de momentos de unión y gratitud.