Mariana Valenzuela: Madre emprendedora saca adelante a su familia con tortillas
Mariana Valenzuela, con esfuerzo y disciplina, convirtió un negocio de tortillas y guisos en su principal sustento, enfrentando desafíos personales y familiares
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Hace cinco años, Mariana Valenzuela Rico enfrentó un desafío inesperado: hacerse cargo del negocio de tortillas y guisos que su madre, tras un año de operarlo, le traspasó antes de mudarse a Tijuana.
Sin conocimientos previos sobre la elaboración de tortillas de harina, Mariana aceptó el reto con determinación y, con práctica y constancia, logró dominar el oficio en poco tiempo. Hoy, a sus 35 años, este negocio se ha convertido en su principal sustento, permitiéndole sacar adelante a sus cuatro hijos ella sola.
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Disciplina y constancia son parte de la jornada de Mariana
Ubicado en la colonia Esthela Ortiz, por Hilario Medina casi esquina con Terrones, una concurrida zona, "Tortillas Las Güeritas" debe su nombre a Mariana, sus hermanas y sus hijas, todas de cabello claro.
Con jornadas que inician desde las seis de la mañana, Mariana organiza su día entre el hogar y el negocio. Sus productos estrella incluyen tortillas de harina hechas a mano, frijol puerco, chicharrones en salsa verde, cochinita pibil, quesos frescos y una variedad de salsas caseras.
"Todo lo hago yo, excepto los lácteos, que me los trae un proveedor", explica. Todos los guisos van empaquetados.
A diario, Mariana amasa entre 20 y 25 kilos de harina, proceso que realiza en tandas de cinco kilos. Su jornada en el local inicia a las 11 de la mañana y concluye a las 6 de la tarde. La clave de su éxito, según ella, ha sido la disciplina y la constancia.
"Tienes que ser constante y respetar un horario fijo. Si la gente no sabe a qué hora puede encontrarte, se irá a otro lado", dice en entrevista para Tus Buenas Noticias.
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El negocio es el sustento para su familia
El negocio le permite sostener a su familia, cubriendo gastos de vivienda, educación y necesidades diarias. Su hija mayor, de 17 años, le brinda apoyo cuando no está en la escuela o trabajando.
"Ella me ayuda a amasar, a hacer bolitas de masa y a atender a los clientes", cuenta Mariana con orgullo.
Pero el camino no ha sido fácil. "Mi mamá pensó que no duraría ni dos meses. Decía que el calor del negocio era insoportable y que no aguantaría, pero aquí sigo", recuerda.
Entre los desafíos, menciona el desgaste físico por estar de pie largas horas, la exposición al calor y el frío, y la dificultad de transportarse sin un vehículo propio.
Sin embargo, ha aprendido a ingeniárselas y a adaptarse a las necesidades de su clientela, conformada en su mayoría por madres que buscan comida rápida y casera para sus familias.
Para Mariana, la mayor satisfacción es saber que ha logrado mantener su negocio a flote y brindar estabilidad a sus hijos. Su historia es un testimonio de perseverancia y emprendimiento, un ejemplo de cómo con esfuerzo y compromiso es posible salir adelante.
A los jóvenes que desean emprender, pero temen arriesgarse, les aconseja: "Si no te animas, siempre te quedará la duda de qué hubiera pasado. Hay que atreverse, porque el que no arriesga, no gana".