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El dulce negocio de Nancy Martínez en Culiacán

Hace 15 años, Nancy trabaja endulzando la vida de los pequeños del fraccionamiento.

5 marzo, 2025
Para Nancy Martínez, la venta de dulces afuera del kinder Antonio Toledo Corro en Alturas del Sur ha sido un buen sustento para su familia. Fotos: Lino Ceballos.
Para Nancy Martínez, la venta de dulces afuera del kinder Antonio Toledo Corro en Alturas del Sur ha sido un buen sustento para su familia. Fotos: Lino Ceballos.

Cada mañana, a las afueras del Jardín de Niños Antonio Toledo Corro, se escuchan las risas de niños emocionados, sus gritos y saltos.

Con una sonrisa y un gesto amable, en su puesto de dulces, Nancy Martínez Imbilimbo atiende a los pequeños que llegan con unas monedas en la mano. "¿Qué quieres hoy? ¿O prefieres una viejita?", les pregunta con naturalidad.

Una nueva vida en Culiacán

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Nancy Martínez Imbilimbo llegó desde Oaxaca para hacer su vida en Culiacán.
Nancy Martínez Imbilimbo llegó desde Oaxaca para hacer su vida en Culiacán. Foto: Lino Ceballos.

Nancy llegó a Culiacán hace 24 años desde la Sierra Mazateca de Oaxaca, dejando atrás su comunidad natal, Boca del Río San Mateo Yoloxochitlán.

"Mi esposo es militar, lo cambiaron para acá y nos vinimos juntos", recuerda. Al llegar a Alturas del Sur, tuvo que ingeniárselas para ayudar con los gastos.

"Puse una tiendita, pero tenía que cerrarla cada que iba por los niños, no me convenía".


La venta de dulces fue una buena opción

La venta de dulces ha sido una forma de llevar sustengo a su hogar y cuidar de sus hijos.
La venta de dulces ha sido una forma de llevar sustengo a su hogar y cuidar de sus hijos. Foto: Lino Ceballos.

Fue entonces cuando decidió probar suerte vendiendo dulces afuera de la primaria Trinidad Dórame a la entrada de Alturas del Sur. "La primera vez me fue muy bien, gracias a Dios", cuenta con alegría.

Desde hace 15 años, su pequeño puesto cambió de lugar, ahora está afuera del Jardín de Niños Antonio Toledo Corro y se ha convertido en parte de la rutina de los niños del kínder.

Ahí, entre juguetes, bolis, dulces y viejitas, ha visto pasar generaciones completas. "Mis hijos también estudiaron aquí, y mientras ellos crecían, yo seguía vendiendo".

Los dulces, el corazón de su negocio

La venta de dulces y viejitas son el mejor oficio para Nancy.
La venta de dulces y viejitas son el mejor oficio para Nancy. Foto: Lino Ceballos.

Con el tiempo, su oferta creció: "A veces traigo ropa, zapatos, lo que se pueda vender". Pero los dulces siempre han sido el corazón de su negocio. "Los niños vienen con su pesito, felices de comprarse algo", dice con ternura.

Nancy conoce a cada familia del kínder. Ha visto a los niños dar sus primeros pasos en la escuela y luego regresar con hermanos menores. "Cuando crecen y me saludan en la calle, me da mucho gusto", dice con orgullo. "Me dicen: ‘¡Señora Nancy, yo le compraba dulces cuando era chiquito!’".

A pesar de los años, sigue vendiendo con la misma dedicación y alegría. "Esto me permitió ver crecer a mis hijos y estar cerca de ellos", afirma. Hoy, uno de sus hijos estudia Gobierno y Administración Pública, y otra ya es licenciada en Educación Física. "Todo ha valido la pena", dice con satisfacción.

Nancy no solo vende dulces, también ha construido un lazo con la comunidad. Porque al final, su trabajo es más que un negocio: es parte de la infancia de muchos niños en Alturas del Sur. Sin duda, las cosas pequeñas hechas con amor, dejan huellas grandes.

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