Don Jorge, el trabajador incansable que hoy alivia dolores y repara abanicos en Navolato
Trabajo incansable, familia y superación en Navolato

A sus 81 años, Jorge López de la Rocha sigue en movimiento. No concibe quedarse quieto, pues toda su vida ha estado marcada por el trabajo, la superación y la dedicación a su familia. Nacido y criado en Navolato, este hombre ha sabido adaptarse a las circunstancias, buscando siempre la manera de salir adelante.
Una vida de trabajo arduo

Desde muy joven, Jorge comenzó a trabajar en el Ingenio azucarero de Navolato, donde pasó 38 años de su vida.
"Empecé como aprendiz en un taller, en el torno y la soldadura, pero con el tiempo fui aprendiendo y ascendiendo de puesto", recuerda.
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Su talento y disciplina lo llevaron a trabajar en otros ingenios, como los de Nayarit y Jalisco, donde perfeccionó sus habilidades.
Jorge vivió cambios en la industria azucarera

Durante su tiempo en el ingenio, fue testigo de los cambios en la industria, desde las antiguas técnicas manuales hasta la modernización de la maquinaria, adaptándose con facilidad y aprendiendo de cada experiencia.
A pesar de no haber tenido la oportunidad de estudiar más allá de la primaria, Jorge buscó siempre el aprendizaje práctico.
"La vida me enseñó, fue mi escuela", dice con orgullo para Tus Buenas Noticias.
Su familia es la mayor motivación
Gracias a su empeño y al apoyo de su esposa Flor Elena Reyes, logró que sus ocho hijos cursaran estudios profesionales, algo que para él representa su mayor logro.
"Yo sin estudios, pero ellos preparados. Eso me llena de satisfacción", comparte.
Su familia siempre ha sido su mayor motivación, y él, con su ejemplo, les enseñó el valor del esfuerzo y la honestidad.
Después de la jubilación se convirtió en sobador

Cuando el ingenio de Navolato cerró, Jorge pudo jubilarse, pero lejos de quedarse sin hacer nada, encontró nuevas formas de mantenerse activo.
Aprendió el oficio de sobador y hoy se dedica a dar terapias a quienes necesitan aliviar dolencias musculares.
Muchos de sus pacientes lo buscan por recomendación, pues su técnica ha aliviado a personas con problemas de espalda, brazos y piernas.
"Uno aprende con la práctica, y lo más bonito es ayudar a la gente", comenta.
Una rutina disciplinada
Además, con la habilidad que desarrolló en su juventud, repara abanicos, tecles y gatos hidráulicos. "Siempre hay algo que hacer. Mientras haya salud, hay que moverse", comenta.
Hoy, su rutina sigue siendo disciplinada: despierta temprano, hace ejercicio, anda en bicicleta y sigue sus horarios como si aún trabajara en el ingenio.
"El secreto es mantenerse activo, no dejarse vencer por la edad", asegura. A pesar de los años, su vitalidad es la misma de cuando era joven, y quienes lo conocen saben que difícilmente lo encontrarán sin ocupación.
La clave para una vida plena
Con una vida de esfuerzo y enseñanzas, Jorge López de la Rocha demuestra que adaptarse y seguir adelante es la clave para una vida plena.
"Uno no se hace rico con el trabajo, pero sí con lo que logra para su familia", reflexiona.
Y él, sin duda, logró mucho. Deja un legado de esfuerzo y honestidad para las futuras generaciones.