El amor y la lucha de don Óscar y Lupita en Navolato. Venden dulces y alegran corazones
Desde hace 16 años esta pareja ha encontrado en la venta de dulces una forma de salir adelante en la colonia Ejidal.

En la entrada del Jardín de Niños Juan de la Barrera, en la colonia Ejidal de Navolato, hay una imagen que ya es parte del paisaje cotidiano: tres mesitas llenas de dulces de colores, paquetes de frituras y pequeños juguetes que atraen la mirada de los niños.
La más grande voluntad para salir adelante

Detrás de esas mesas, con una sonrisa y la voluntad de seguir adelante, están don Óscar Félix Torres y su esposa, Guadalupe Cárdenas Sanz, conocidos y queridos por toda la comunidad.
"Hace 16 años, cuando empecé como velador en el kínder, me pagaban poquito y no nos alcanzaba", cuenta don Óscar para Tus Buenas Noticias.
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"La directora me propuso poner una mesita con dulces, pero yo no tenía ni para empezar. Me fui a las orillas, traje dos bolsas de nopales, los piqué y los vendí. Con eso compré mis primeras bolsas de dulces, y así empezamos, poquito a poquito", comenta don Óscar con satisfacción.
El sustento de la familia
Lo que comenzó como una idea incierta se convirtió en su sustento. Con esfuerzo y dedicación, lograron pasar de una mesita con algunos dulces a tres mesas repletas, y en las temporadas especiales como San Valentín y Navidad, venden peluches, tazas con dulces y juguetes.
"Ponemos una verbenita en Navidad y nos llega mucha gente", dice con orgullo. "Es bonito ver cómo las personas vienen y nos compran algo, algunos hasta nos saludan con cariño y nos dicen que nos recuerdan desde que eran niños", reconoce Lupita.
Pero la vida no ha sido fácil para esta pareja. Lupita, de 64 años, padece elefantiasis, una enfermedad crónica que ha inflamado sus piernas al punto de impedirle caminar.

"No tengo dolor, pero no puedo moverme", explica con resignación. Su esposo, con quien ha compartido toda una vida, es su principal apoyo.
"Yo la muevo en mi triciclo, el 'Coralillo'. Le pongo una silla y la llevo a donde necesite. También la ayudo en la casa, cocino, lavo y hago todo lo que puedo para evitarle esfuerzo", reconoce don Óscar con cariño.
Una vida entre desafíos
La enfermedad de Lupita ha sido un desafío constante. A pesar de los tratamientos, sus piernas permanecen hinchadas y de un tono morado que preocupa a quienes la rodean.
"No es fácil estar así, pero yo no me dejo caer", afirma con valentía. "Me gusta estar al pendiente de nuestro puestecito, ayudar a mi esposo a preparar las cosas y pensar en nuevas maneras de vender más", confiesa Lupita con valentía.
El dolor más grande que han enfrentado no ha sido la enfermedad, sino la pérdida de su hijo menor. "Hace más de 10 años lo levantaron", dice Lupita con la voz entrecortada.
"Estuvo años desaparecido y cuando lo encontraron en la fosa común, supimos que al menos ya teníamos dónde llorarlo", dice Lupita mientras Óscar baja la mirada y asiente.
"Nunca dejamos de buscar a nuestro hijo. Fue un dolor muy grande, pero ahora ya tenemos a dónde irle a llorar. Tenía 25 años, era el menor de los tres", confiesa.
Siempre han visto el apoyo de la gente en Navolato

El sufrimiento ha dejado huellas en ellos, pero su espíritu sigue intacto. "Aquí estamos, trabajando todos los días. La gente nos ha apoyado mucho, y cada peso que juntamos es para seguir", dice con gratitud.
Su venta de dulces no solo es su sustento, sino una muestra de su fortaleza y amor.
"Nosotros armamos todo, decoramos los dulces, buscamos cómo hacerlos más bonitos para que se vendan mejor", explica don Óscar.
"Es un trabajo de los dos, aunque ella no pueda moverse, su apoyo es indispensable", reconoce con un tono de gratitud en su voz.
En Navolato los conoce bien. Para muchos, don Óscar y Lupita son más que vendedores, son parte de la historia del kínder.
"Ver a los niños emocionados cuando vienen por sus dulces nos llena el corazón", confiesa Lupita. "A veces nos traen un dibujo o nos dicen que les gusta venir con nosotros. Eso nos hace sentir que valió la pena todo el esfuerzo", dice con una sonrisa.
Una vida de lucha constante
A pesar de los retos, ellos no piensan detenerse. "Mientras Dios nos preste vida, aquí seguiremos", dice Óscar con determinación. "Queremos seguir adelante, trabajando y saliendo adelante como siempre lo hemos hecho".
Para quienes deseen apoyar a esta pareja, encontrarlos es fácil: de lunes a viernes, desde temprano, en la entrada del kínder de la colonia Ejidal. Cada compra, por pequeña que sea, les ayuda a seguir adelante.
"Si Dios nos presta vida, aquí seguiremos, con nuestras mesitas llenas de dulces y el corazón contento", concluye la pareja con una voz cargada de esperanza.